Editorial de ABC 20/02/14
· El posible anuncio del desarme solo debe ratificar al Estado en el acierto de una política de no negociación y de aplicación de la ley. A cambio de pistolas, nada. Solo la ley.
En su ya conocido proceso de dosificación de gestos equívocos y parciales, ETA tiene previsto anunciar mañana en Bilbao –a través de los inefables mediadores que hacen el coro internacional a la banda terrorista– su disposición al desarme en un tercer país, como respuesta al presunto «bloqueo» de los Estados francés y español. El desarme de ETA es, sin duda, un paso necesario para hacer creíble la renuncia definitiva a la violencia, pero debe darse en las condiciones, marcadas por la ley, que el Gobierno español imponga. Sin conocer previamente dónde está el arsenal de ETA y qué armamento lo integra, cualquier gesto de desarme será un acto de fe en los terroristas, algo que no solo no se merecen, sino que sería inaceptable para el Estado, la sociedad española y las víctimas. Tampoco podrá considerarse definitivo este paso si no hay certeza de cuántos son y dónde están los escondites en los que ETA guarda su arsenal. El desarme debe ser satisfactorio para el Estado, no para los publicistas contratados por ETA ni para los estrategas de su proceso de transición a la impunidad.
Además, el desarme, de llevarse a cabo, no es suficiente para proclamar la derrota absoluta y definitiva de ETA. Hay cientos de asesinatos sin esclarecer y decenas de terroristas fugados de la Justicia. Quedan muchas responsabilidades civiles por pagar y, sobre todo, todo el perdón pendiente de pedir. Todo esto debe tener una resolución ajustada a las exigencias del Estado de Derecho y de la dignidad de España. O dicho de otra manera: no hay nada que pagar a ETA por entregar las armas con las que durante décadas ha asesinado a casi un millar de inocentes. Los terroristas con cuentas pendientes ante la Justicia deben saldarlas, porque, si no se hace así, el Estado español no será un Estado de Derecho.
Ahora es, por otro lado, el momento de demostrar lo que significan las víctimas del terrorismo para la sociedad española; es el momento de no caer en las prisas por dar a ETA por zanjada, y sí de recordar todo el sufrimiento acumulado por los españoles hasta llegar a esta situación de derrota operativa de los terroristas. El guión de la derrota de ETA estaba escrito en la ley de Partidos Políticos, en el Código Penal, en las leyes de reconocimiento a las víctimas y también en el repudio internacional al terrorismo. Toda esta estructura moral y jurídica del Estado debe ser ahora más fuerte y exigente que nunca, aunque a algunos les entre el vértigo de la victoria y no quieran apretarle a ETA la última tuerca.
El posible anuncio del desarme solo debe ratificar al Estado en el acierto de una política de no negociación y de aplicación de la ley. A cambio de pistolas, nada. Solo la ley.