Iñaki Ezkerra-El Correo

  • En lo que está Puigdemont es en una extemporánea carta a los Reyes Magos

Con la estrafalaria pretensión formulada por Puigdemont de que se impongan sanciones a las empresas que se marcharon de Cataluña como consecuencia del desafío independentista, la ofensiva de lo que un día fue buena parte de la convergencia pujolista ha llegado al delirio. Ya no estamos solo ante un órdago secesionista que se pueda interpretar en clave de humillación a la ciudadanía española, sino ante la formulación explícita de un plan surrealista que atenta directamente contra la euroeconomía de libre mercado. Ya no estamos ante un chantaje a Sánchez para escaquearse de unas consecuencias penales y legitimar unos delitos flagrantes. Eso a Junts ya le parece poco. Ya no se conforma con librarse de las penas que deberían comportar sus conductas delictivas, sino que quiere sancionar a quienes han actuado de forma respetuosa con el marco de la legalidad española y europea, cuando no a quienes representan esa legalidad. Ya no nos hallamos ante un problema político, sino psiquiátrico. ¿Qué tipo de proceso, solo ubicable en los parámetros del pensamiento mágico, les ha llevado al huésped de Waterloo y a sus secuaces a pensar siquiera que algo así podría plantearse? ¿Qué cultura política es la suya o cuál es su grado de megalomanía y enajenación mental?

Si el lehendakari Aguirre se hizo acreedor del sobrenombre de Napoleontxu, a Puigdemont habrá que llamarle Napoleonet. Lo que han exigido él y los barandas del chiringuito de la secesión catalana bajo la amenaza de oponerse a unos decretos ante los que se acabaron absteniendo el pasado miércoles no es ya un precio político para no reventar una legislatura, sino una infantiloide fantasía de parvulario. En lo que está ahora Puigdemont es en la extemporánea carta a los Reyes Magos de un niño horrendo de viñeta de tebeo: «Querido Baltasar, solo quiero pedirte este año unas vacaciones para todo el curso, unas buenas multas para mis padres por castigarme sin paga y una sentencia de cárcel para el profesor de matemáticas que me ha suspendido».

Visto con una mínima perspectiva, la exigencia de esas multas que dinamitarían nuestro sistema económico es el resultado de una patológica deriva. Y es que la propia ley de amnistía que Junts exigió a Sánchez para apoyar su investidura, como los espantajos de esas comisiones parlamentarias de investigación creadas para presionar a los jueces, son ya dos pasos que emplazan a la UE pese a la perezosa inacción de Bruselas. Que un loco se crea Napoleón no es un problema. El problema viene cuando sale del manicomio y todo el mundo se le cuadra como si, en efecto, fuera Napoleón. Es entonces cuando se crea una realidad paralela que es una ficción manicomial. En esto están volcados Sánchez y el actual PSOE.