Cincuenta años de bombas y tiros en la nuca han conseguido que los analistas de otros terrorismos encuentren similitudes de ETA con otras actuaciones como las derivadas del narcotráfico.
Coche bomba en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Anoche cené con dos personas: una mujer, importante servidora pública en el gobierno del Distrito Federal, cuya familia reside en la capital tamaulipeca, y con un amigo catalán que pasa unos días en México. Buena parte de la cena la dedicó ella a llamar por celular a sus parientes para preguntarles si el acto terrorista de ayer no les había afectado. El catalán replicó a mi comentario, que quiso ser gracioso, de que el narco mexicano empieza a actuar como la ETA: «Pero si la ETA ya casi no hace estas cosas».
Narcobloqueos en Monterrey. A la hora en que escribo esta nota, las siete de la mañana del miércoles, ya es noticia en prácticamente todos los medios de comunicación, los narcobloqueos de hace rato en todos los accesos al aeropuerto de Monterrey. Unas personas que conozco, extranjeras que vinieron a vacacionar a la Riviera Maya, se comprometieron a volar a Monterrey para pasar el fin de semana con amigos que tienen en la capital de Nuevo León. Ya están en el aeropuerto de Cancún. Tienen miedo, vacilan, no saben si subir o no al avión que deberá transportarles a la Sultana del Norte.
Hace unos meses, charlando en un hotel de la Ciudad de México con ejecutivos europeos que habían venido a visitar a sus clientes mexicanos uno de ellos contó que, quizá, lo va a pensar dos veces antes de volver a nuestro país. ¿El motivo? Había viajado a Monterrey y había estado varias horas inmovilizado en las calles: le tocó ser testigo y víctima de un narcobloqueo.
En Reynosa, por las frecuentes balaceras, la gente ya no puede vivir. Ni en Nuevo Laredo. Lo mismo puede decirse de Ciudad Juárez. Y de Tepic. Y de Culiacán. Y de Acapulco. Y de muchas otras ciudades mexicanas.
Huyendo de los secuestros, cada día más empresarios mexicanos abandonan México. No solo potentados, sino medianos emprendedores que cierran lo que tienen aquí, toman su dinero y van y lo invierten en negocios pequeños en el extranjero. Les irá bien en Estados Unidos o Europa, sin duda, y serán felices en lugares más tranquilos. Pero les duele, y mucho, perder su país. No solo dejarlo, sino perderlo.
Son los resultados del gobierno de Felipe Calderón, el presidente espurio que para eso, pues solo eso ha provocado, se robó las elecciones en 2006.
http://sdpnoticias.com/sdp/columna/federico-arreola/2010/08/06/1091821
Federico Arreola, SDP Noticias, México, 6/8/2010