Narrativa del fracaso

IGNACIO CAMACHO – ABC – 27/04/16

· La intentona de ayer fue la última batalla por el relato. Por los títulos de crédito que atribuyan las culpas del fracaso.

El relato y el marco mental son dos conceptos esenciales en la política moderna, entendida sobre todo como un proceso de comunicación a menudo derivado en espectáculo. Se trata de construir una explicación ventajosa en torno a una situación, un proyecto o una idea. De acertar con los argumentos capaces de instalar en el electorado un estado favorable de opinión o incluso de ánimo. De forjar un consenso social mayoritario a partir de una narrativa hegemónica en la que lo que se cuenta importa menos que la manera de contarlo.

La burbujeante expectativa de las últimas horas, los balbuceos de pactos y contrapactos muñidos en la «zona Cesarini» de esta legislatura fallida, responden a una batalla por el relato dominante que explique el fracaso y atribuya las culpas. Por establecer quién queda como el autor de la ruptura. De otro modo no se explican las abundantes lagunas de verosimilitud de la secuencia escenográfica de ayer. Puede aceptarse con buena voluntad que la dirección del PSOE no estuviese al tanto de la iniciativa de Compromís, pero es difícil de tragar que Pablo Iglesias no conociese –después de una reunión a plena luz entre Errejón y Mónica Oltra– la propuesta de sus socios valencianos.

No. La cuestión era de reparto de papeles, de títulos de crédito en la función malograda: quién queda cómo. Resignados a la evidencia de la repetición electoral desencadenada por sus vetos cruzados, los partidos se han entregado a una porfía por cargar sobre los adversarios la responsabilidad del bloqueo. Y la intentona para aglutinar un «frente popular exprés», un demencial acuerdo multipartito fraguado contra reloj, no era más que el mecanismo para atornillar los argumentarios centrales de la inminente campaña e imputar a los otros –que en política son siempre los malos porque es la otredad lo que define la identidad propia– como culpables del fiasco. Una traca final de fuegos artificiales con cuya humareda se disuelven cuatro meses de postureo táctico.

Ese empeño por centrar las próximas elecciones en la narrativa del fracaso favorece, sin embargo, al principal beneficiario de este tiempo baldío. Rajoy sale ganador provisional del trance; ha evitado que le birlaran su magra victoria y forzado otra oportunidad. Pero además sus votantes son los únicos a los que no les importa quién ha impedido la investidura de Sánchez; los reproches sobre la bola negra les traen sin cuidado. Ésa es munición para el pulso por el voto útil de la izquierda, que es donde se va a librar la guerra del sorpasso. El candidato socialista, que ha logrado sacar petróleo de un pésimo resultado, se equivocará si acude a las urnas con un discurso lastimero y victimista; nadie tenía obligación de ayudarle a revertir su propio descalabro. Y ni siquiera en su propio partido ha encontrado suficiente respaldo.

Aun así y con todo, hasta el lunes no expira el plazo…

IGNACIO CAMACHO – ABC – 27/04/16