EL PAÍS 28/09/15
BIEITO RUBIDO
Los catalanes no se quieren ir. Eso parece claro, a tenor de los resultados del 27-S. Por una parte, se registra una victoria en escaños de los partidos separatistas, favorecida por la ley electoral D’Hondt. Paralelamente, se produce una victoria numérica de los constitucionalistas en votos y porcentaje. Se demuestra, por tanto, que no existe ambiente suficiente, ni legalidad ni legitimidad, para seguir empujando a la sociedad a los extremos a que Artur Mas ha llegado a abocarla.
Todo el independentismo junto no suma ni la mitad de los votantes. Aún menos, por supuesto, el 50% del censo. En esta ocasión, los catalanes se movilizaron como nunca, hasta el punto de que han dado lugar a una de las mayores participaciones ciudadanas de la historia, superior al 77% de la
población. Y de nuevo la tozuda realidad arroja que apenas 1.800.000 personas son independentistas en una comunidad de 7.500.000 habitantes.
Demostrado como queda, elección tras elección, que la mayoría de los catalanes no quieren dejar España, creo que va siendo hora de emprender una estrategia ganadora para la idea de España en Cataluña. No puede ser que la mayoría de la sociedad no se exprese y carezca de espacio en los medios de comunicación, o su protagonismo social tienda a cero.
Por otra parte, tras las declaraciones ciclotímicas de Mas y Junqueras, conviene recordar de nuevo la importancia que en democracia tiene cumplir la Ley. No es el momento de ceder ni un ápice.
La noche incita otras lecturas, ya en clave electoral. La suma de Convergència y ERC es nueve diputados inferior a lo que habían conseguido la última vez. Artur Mas debería estar concluyendo su primera legislatura y en realidad está ya en la apertura de la tercera, sin saber si él seráá presidente. Tal vez es la hora de marcharse, tras dejar uno de los peores balances que se recuerdan en la política española.
El auge de Ciudadanos se confirma en su mejor territorio. Su éxito se basa en defender la idea de España con un lenguaje y unas formas más modernas que PP y PSOE. A los socialistas les sigue yendo fatal en Cataluña: su tendencia con el PSC es deslizarse por una cuesta abajo desde la llegada de Maragall y el giro filonacionalista. La extrema izquierda alcanza en Cataluña mayor protagonismo que en ninguna otra parte de España y el PP necesita aprovechar esta lección para corregir errores, con otros perfiles al frente, si quiere ganar las próximas generales. Ya se sabe que Cataluñaa nunca fue feudo de los populares,, pero le deja un serio aviso.