Ni disolución ni entrega de armas

Daniel Portero, LA RAZÓN, 14/10/12

Un año después y un año sin cambio alguno. ETA sigue igual: más de 200 efectivos armados entre Francia, Suiza, Italia, Bélgica, Holanda y muchos países de Centroamérica y Suramérica, y siguen sin entregarse a la Justicia ni ellos ni sus armas. ¿Es voluntad de  ETA desaparecer o disolverse? Está claro que no. De hecho, el comunicado de la organización terrorista el pasado 27 de septiembre, día del «Gudari Eguna», verificó la división interna entre el aparato institucional batasuno y la propia ETA. Incluso, hace pocos días, el único etarra que conozco arrepentido, Soares Gamboa, lo dijo claro en un artículo de opinión en un periódico de tirada nacional: «ETA nunca se va a disolver porque la Izquierda Abertzale necesita que ETA siga viva». En los círculos de la lucha antiterrorista saben que Batasuna ha presionado a los pistoleros asesinos para que hicieran un «gesto» de buena voluntad antes del primer aniversario del anuncio del mal llamado fin definitivo de las acciones armadas. De poco ha servido en ETA y menos en las elecciones autonómicas,  ya que las bases de la organización terrorista no respetan el «liderazgo» de David Pla o Iratxe Sorzabal, antiguos batasunos que evolucionaron hasta acabar liderando ETA. Además hay que tener en cuenta que las juventudes abertzales del norte de Navarra y de Álava están justificando una más que probable división con los llamados «posibilistas» u «oteguistas» de Bildu y Amaiur porque creen que han traicionado la esencia de la denominada «Alternativa KAS» por la que se regían los principios de ETA y todo su entramado civil. No lo veo claro. ETA no se va a disolver y Batasuna va a tener representación en todas las instituciones a partir del 21 de octubre. ¿Cuál es el futuro de ETA? La disolución está claro que no, ni la entrega de armas. Yo creo que las disensiones internas de la Izquierda Abertzale les dividirán, lo que no significa que no nazca una nueva organización terrorista menor, pero con mayores ambiciones de sangre.

Daniel Portero, LA RAZÓN, 14/10/12