Ni el silencio del PP ni el griterío del PSOE

LIBERTAD DIGITAL  23/07/13
GUILLERMO DUPUY

Muchos dirigentes del PP se quejan del distinto trato que buena parte de la prensa española dedica a los asuntos de corrupción en función de si afectan al PP o al PSOE. Efectivamente, basta echar un vistazo al tratamiento que se hace del caso Bárcenas en comparación con el que se hace del caso de los ERE, para apreciar esa injusta doble vara de medir que denuncian desde el PP. Y eso que el caso de los ERE es infinitamente más grave y en él hay muchas más pruebas y mucho más sólidas contra el PSOE que el endeble testimonio que, contra el PP, en general, y Rajoy en particular, constituyen los papeles de Bárcenas.
Para explicar esta diferente vara de medir no basta, sin embargo, apelar a la mayor afinidad ideológica de esos medios hacia los socialistas que hacia los populares. Mucha de la culpa de este desigual tratamiento informativo es del propio PP que, con sus silencios y complejos, alimenta el griterío y la desfachatez del PSOE.
Mientras que la derecha, en general, entiende que la política se reduce a la gestión de gobierno, para la izquierda parecería que la política sólo es agitación y propaganda. Lo cierto, sin embargo, es que ambas posturas no sólo son erróneas sino que se retroalimentan.
¿Se imaginan qué habría salido por la boca de los representantes socialistas si un gobierno regional del PP se hubiera atrevido a oponerse a un auto judicial relacionado con el caso Gürtel o el caso Bárcenas? Pues nada se ha oído a los dirigentes del PP ante el hecho de que la Junta de Andalucía haya recurrido, contra el criterio de la Fiscalía Anticorrupción, el auto en el que la juez Alaya ha imputado a 20 cargos socialistas en Andalucía, entre ellos la exconsejera de Economía y Hacienda, exministra de Fomento y vicepresidenta del BEI, Magdalena Álvarez.
Mucho han hablado los socialistas de los abogados que el PP pagaba a Bárcenas, pero poca crítica se les ha oído a los del PP contra la pretensión de la Junta –supuesta acusación particular- de pagar a los defensores de los imputados en la trama de los ERE.
Ese silencio del PP que, como vemos, se extiende incluso ante los casos de corrupción que afectan a sus adversarios políticos, ha sido especialmente contraproducente para el gobierno de Rajoy por el caso Bárcenas. Los socialistas, como era de esperar, ya se han apuntado el tanto de la comparecencia que, por fin, Rajoy nos ha anunciado este lunes, al tiempo que nos han adelantado que, diga lo que diga Rajoy en ella, pedirán su dimisión.
No faltaran también quienes, diga lo que diga el presidente, asegurarán que ha dejado en evidencia su inocencia. La cuestión es por qué entonces esa «mala prensa del PP», como la llama Justino Sinova, ha secundado hasta hoy ese torpe silencio que no ha hecho más que reforzar las dudas que ahora Rajoy reconoce que tiene que despejar. Dar la razón al presidente, tanto cuando hace una cosa como la contraria, no es síntoma de afinidad ideológica sino de torpeza. Y esa torpeza propia es, por paradójico que resulte, corresponsable de esa injusta doble vara de medir que sufre el PP.