Ni para calificativos

Hay razones para considerar la posible crisis definitiva de ETA y empezar a pensar en la hipótesis sobre qué forma va a adoptar el mantenimiento por parte del nacionalismo del conflicto, al que no va a renunciar. ¿Veremos sustituido el terrorismo por la presión social?

Todos estaban viendo el partido de España contra Grecia. Y el hemiciclo vacío. El presidente del Congreso de los Diputados había sido sustituido por la vicepresidenta Carmen Chacón, y los interpelantes, nacionalistas ellos, partidarios de las selecciones propias, también debían estar viendo el partido. Así que la vicepresidenta tuvo que suspender entre risas el pleno de la Cámara hasta que apareciesen los interpelantes.

Todo ello sucedía a tres días de que los españoles se abstuvieran masivamente en las elecciones europeas, y sus señorías viendo el partido. El país da para lo que da. La selección ha sido derrotada bochornosamente por la de Portugal y sus señorías ya no tienen esa excusa para abandonar el pleno.

Empieza la comisión de investigación del 11-M en el Congreso de los Diputados con la noticia de que tres de los iniciales implicados han sido puestos en libertad por el juez a petición del fiscal por insuficiencia de las pruebas presentadas por la policía. Un inicio poco alentador, cuando en su día fueron los primeros detenidos un elemento sustancial para que de una vez por todas se desechara la vía de investigación que apuntaría a ETA por la de Al Qaeda, corroborada luego por el suicidio de los terroristas en Leganés. La puesta en libertad de los iniciales implicados no favorece el ambiente creado en torno a esta comisión de investigación, ante la que cruzamos los dedos para que no se convierta en el rosario de la aurora.

Pero todo no es el del mismo cariz. La policía francesa sigue con la detención de otro grupo de activistas de ETA en su continuada labor de no ofrecerle respiro a la organización, lo que abriga las esperanzas de que se paralice o debilite la posibilidad de otra campaña terrorista contra el turismo en ciernes. Antes, la historia de ETA se escribía por sus atentados; ahora, por sus detenciones. Entre que el protagonismo en el terror se lo hayan arrebatado y que su reciente historia es la de las detenciones, hay razones para considerar su posible crisis definitiva y empezar a pensar en la hipótesis sobre qué forma va a adoptar el mantenimiento por parte del nacionalismo del conflicto, al que no va a renunciar. ¿Veremos sustituido el terrorismo por la presión social?

Y por fin se vieron Ibarretxe y Maragall. La visita del honorable president al lehendakari hubiera pasado casi desapercibida. Esperada como un hito para los nacionalistas, no dio mucho de sí. Coincidir en el fondo y no en la forma, como dijera Maragall, es en este siglo no coincidir en nada. Y la visita hubiera pasado desapercibida si la vicepresidenta del Gobierno no hubiera dicho, desautorizando a Maragall, que con el plan Ibarretxe no se coincide en nada, ni en la forma ni en el fondo.

Los tiempos en políticas son fundamentales. Si Zapatero no hubiera constituido Gobierno, si no hubiese ganado las elecciones, probablemente se hubiera convertido en fastuosa la presencia de Maragall en Euskadi, pero no ha sido así. Sin embargo, el president no se rinde y desde su partido reclama la creación de un grupo propio con los diputados del PSC en el Congreso de los Diputados, lo que ofrecería hoy al PP la mayoría en el mismo. Es que la tierra tira mucho, y cada cual va a lo suyo. La dinámica catalana impuesta por su tripartito es en un sentido como la vasca: si se deja de reivindicar, si se deja de pedalear, se cae de la bicicleta. Afortunadamente, José Blanco se reafirma en que esta cuestión no entra en la agenda del PSOE.

Mientras tanto, el tiempo para una generación que hizo todo lo posible para facilitar la convivencia democrática se nos escapa entre los dedos. Giménez Pericás, militante del PCE, encarcelado en el penal de Burgos, juez y miembro de Jueces por la Democracia, fundador del Foro de Ermua, nos ha abandonado, oyendo música clásica, sabiendo que todo lo que podía hacer ya lo había hecho. Adiós, Antonio.

A los diputados ya no les queda excusa para acudir al hemiciclo, salvo que quieran ir a ver a Portugal. La realidad da para lo que da. El heroísmo se nos va escuchando música clásica y lo que hay no da ni para calificativos.

Eduardo Uriarte Romero, EL PAÍS/PAÍS VASCO, 24/6/2004