Esto de Collboni va a ser más largo que un culebrón venezolano. El alcalde socialista de Barcelona obtuvo tan solo diez concejales en las pasadas municipales y tira como puede gracias a los apoyos que le van prestando tanto populares como los Comuns. Lógicamente, así no se va a ningún lado porque los intereses tanto políticos como de proyecto para Barcelona de comunistas y PP son, no hace falta decirlo, diametralmente opuestos. Collboni ahora reniega del «modelo Colau» y quiere hacer otras cosas, pasando olímpicamente del hecho de que él formaba parte de esos gobiernos de la sin par Colau que han llevado a Barcelona a un grado de suciedad, delincuencia, ruina económica y desprestigio sin parangón en la historia reciente. A eso se suma que las elecciones, ganarlas, ganarlas, lo que se dice ganarlas de verdad, las ganó Xavier Trias, de Junts. Ahora bien, la geometría variable que ha practicado Collboni desde su elección gracias al PP -qué cosas– no puede eternizarse, dado que el resto de actores políticos quieren saber si se muere padre o si cenamos. Y es que tanto suspense no lo aguanta ni el mismísimo Edgar Wallace.
Hay teorías para todos los gustos.
En resumen: o Collboni pacta con los ex convergentes, o pacta con Esquerra, o se queda vistiendo santos porque aunque sumase sus concejales con los de Colau todavía tendría que pactar con otra fuerza, presumiblemente ERC, para gobernar sin sobresaltos
La más extendida es que Collboni preferiría pactar con Junts –Trías abandonaría su acta de concejal dejando como sucesora a la ex consellera Neus Munté que, aunque convergente, procesista y de Junts, viene de la UGT y podría entenderse bien con los sociatas– porque las tesis de ambas formaciones están más próximas. Nada, la vieja sociovergencia que nunca llegó a nada porque allí donde mandaba Convergencia, Pujol no quería compartir el poder con nadie de la misma forma que donde mandaba el PSC no querían ver a los convergentes ni en pintura. En resumen: o Collboni pacta con los ex convergentes, o pacta con Esquerra, o se queda vistiendo santos porque aunque sumase sus concejales con los de Colau todavía tendría que pactar con otra fuerza, presumiblemente ERC, para gobernar sin sobresaltos. He ahí el qui, quae, quod: si Collboni lo que pretende es desmontar las barbaridades cometidas por esos comunistas de VISA y sueldazo, empezando por las urbanísticas, complicado será que lo haga con la aquiescencia de quienes las perpetraron. En cambio, la suma de PSC y Junts le daría una mayoría holgada para trabajar con un programa propio sin mayores inconvenientes que poner o quitar alguna bandera nacional, cosa que, a estas alturas, a los socialistas les suda un pie. Si aprueban una amnistía para Puigdemont anda y que les va a quitar el sueño que la Roja juegue en Barcelona, que se ponga la bandera rojigualda en el despacho oficial del alcalde o que las comunicaciones municipales sean en español y en catalán conjuntamente. Es más, estarían encantados porque a éstos rojos pálidos el separatismo los pone muy tontitos.
Trias aseguró en su campaña que deseaba volver a las instituciones. Fuera de los despachos oficiales y las moquetas que acallan tantos sonidos que no deben ser oídos por el vulgo, hace mucho frío
Esto se enmarca en las negociaciones que mantiene Su Pedridad Sánchez alias el Falconetti, y el pago que debe satisfacer a los golpistas juntaires. Me dicen que gobernar Barcelona entre peseceros y Junts es uno de los puntos fuertes del acuerdo y debe ser así. Junts se ha quedado prácticamente fuera de juego y, por tanto, del poder. Trias aseguró en su campaña que deseaba tornar a les institucions, volver a las instituciones. Fuera de los despachos oficiales y las moquetas que acallan tantos sonidos que no deben ser oídos por el vulgo, hace mucho frío.
De ahí que servidor recomiende calma a todos aquellos a quienes los dedos se les vuelven huéspedes esperando ver qué decide Collboni, o sea, qué decide Sánchez, bien, qué decide Puigdemont. Ya lo dice la copla: Esgraciaíto el que come de una manita ajena, siempre mirando la cara si la ponen mala o güena.