Ramiro Fdez-Chillón-El Debate
Entrevista
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El que fuera líder de los socialistas vascos también ha esgrimido que el papel de Zapatero en Venezuela «solo se entiende por un inexplicable vínculo intenso con Maduro»
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«Constitucional e históricamente existe una nación, la española. Lo demás son artilugios de los nacionalistas»
— ¿Qué le pareció el Comité Federal del PSOE de la semana pasada?
— No me sorprendió. Era lo que suponía que iba a pasar. Hablaron dos personas que yo estimo y considero –y que me parece que son unos dignos representantes del mejor periodo del Partido Socialista Obrero Español– Page y Lambán. Tengo un gran aprecio personal, además, por Lambán, que es una magnífica persona y un socialista de los de siempre.
En el PSOE, por lo que fuere, y no solo es responsabilidad de Pedro Sánchez, la capacidad de discrepar y de discutir ha desaparecido. En ese Comité Federal tenían la oportunidad de —no ya de analizar la ley de amnistía o algunos protocolos suscritos con Junts o con ERC— tenían la oportunidad de discutir el documento que había firmado ERC con el PSC, y que había asumido la Ejecutiva del Partido Socialista. Ese documento es inasumible por el Partido Socialista. Pero absolutamente inasumible. El primer párrafo dice que se consideran herederos del catalanismo popular —que no sé lo que es eso, la verdad— cuya base es la defensa de la nación catalana. Estoy absolutamente en contra. Constitucional e históricamente existe una nación, que es la nación española. Y la historia nos lo dice así. Lo demás son artilugios artificiales creados por las clases dominantes nacionalistas del País Vasco y Cataluña.
Estoy en contra de esa visión confederal de España. Creo que los socialistas también deberían estar en contra de esa visión, que nos lleva a épocas anteriores a la llegada de los Borbones. Son tan progresistas, tan progresistas, que nos llevan al siglo XVI, cosa que no comprendo en absoluto. Y la nación española, además, por historia, es la que nos permite decir con toda tranquilidad que somos ciudadanos. ¿Creemos en ese mal ripio —que sería de un certamen de poesía de tercera— de la nación de naciones? ¿Qué es eso? Nadie sabe lo que es. Es el producto tanto del complejo ante los nacionalistas como del de la ignorancia.
— ¿Cómo valora que se entregue a Cataluña un concierto económico?
— En el documento pactado queda claro que el PSC y ERC reivindican la necesidad de recaudar, de administrar los impuestos en Cataluña. ¿Estamos de acuerdo con eso? ¿Estamos de acuerdo con confeccionar un concierto que rompe la igualdad de oportunidades en España? Es tan evidente que los conciertos rompen el principio de igualdad que para que tenga sentido —aparte de la mitología nacionalista— los conciertos vasco y navarro tuvieron que ser recogidos en la Constitución.
Estas cosas que dicen que ‘las comunidades podrán recaudar si quieren los impuestos’. Pero el Estado, ¿de qué vive entonces? Si eso es así, no solucionas que Extremadura, Murcia, Andalucía o Galicia sean regiones que necesitan, de todos, más. Porque no es, por cierto, solidaridad. La riqueza de Cataluña, del País Vasco, de Madrid, no es la riqueza de Cataluña, del País Vasco, de Madrid; es la riqueza de España.
Lo del prófugo Puigdemont en Barcelona fue una humillación y una vergüenza
España es un Estado federal de hecho. Y lo que faltaría para que fuera un Estado federal convencional son cuestiones armonizadoras, con las que están en desacuerdo los nacionalistas. Por ejemplo, clarísimamente, nunca conseguiremos que el Senado sea una Cámara territorial. Pero no por la incapacidad del PP o por la negligencia del PSOE, sino porque los nacionalistas no lo quieren. Estamos hablando de un caos que hace ineficaz al Estado. En el que, además, algunas regiones o comunidades autónomas se van a tener que resignar a seguir en la situación en la que están si se aprobara todo esto. Supongo que llegado el momento los ciudadanos reaccionarán. Porque si el Estado está en una situación difícil, la nación, el sentimiento nacional, no lo está. Es más, hay una reacción en contra de algunos de esos desmanes que hace que se sienta más intensamente el hecho nacional.
No entiendo cómo desde la izquierda se atenta a un principio tan sagrado como el de la igualdad. Y cómo desde la izquierda se disminuye la eficacia del Estado; quien garantiza la libertad, la igualdad de oportunidades, y quien en definitiva tiene la máxima responsabilidad. Y eso es así aunque nos confunda María Jesús Montero con sus complicadas frases.
— ¿Considera que Sánchez e Illa permitieron el mitin de Puigdemont del pasado 8 de agosto en Barcelona?
—No puedo decir lo que no sé. Lo que sé es que fue una vergüenza. Una humillación. En la que, una vez más, fracasaron todos los resortes de seguridad del Estado. Y no sé si fracasaron porque fracasaron —cosa que no creo— o si fracasaron porque no les importaba a los responsables políticos que fracasaran. Pero fue absolutamente humillante para un país serio.
En esta situación en la que vivimos todo se relativiza. Pero creo que es una cuestión de grandísima gravedad que un prófugo venga a un escenario preparado, haga el acto público, y se vaya otra vez al exterior sin ser capaces de detenerle. Por incapacidad o por voluntad fue una humillación para el Estado democrático español.
— ¿De qué manera cree que debería actuar el Gobierno en relación con las elecciones en Venezuela?
— Reconociendo a Edmundo González Urrutia y calificando —sin ningún matiz— a Maduro como dictador. Quien esgrime hoy todavía que es necesario que Maduro enseñe las actas está tomándonos por imbéciles y haciendo una broma macabra. No las enseñó el primer día. No las enseñó la siguiente semana. Y no las va a enseñar nunca. Porque no existen actas que le den la mayoría. Pedirlo es excusarse de no hacer lo que se tiene que hacer. Espero que la Unión Europea sea muy contundente en la declaración que haga.
Quien esgrime todavía hoy que es necesario que Maduro enseñe las actas está tomándonos por imbéciles
— Y en este contexto, ¿qué le parece el papel de Zapatero con el régimen de Maduro?
— No lo entiendo. Me parece inexplicable. No tiene en realidad ninguna justificación. Ninguna. Solo se puede entender por un compromiso intenso con el régimen bolivariano y con Maduro. Por lo tanto, una relación intensa, un vínculo intenso, inexplicable, con un dictador.