Nicolás Redondo Terreros había hecho pública su intención de hacerse un Corcuera si Pedro Sánchez culminaba su proyecto de aprobar una amnistía para los golpistas catalanes. O sea, devolver el carné. No le han dado tiempo. En la mejor línea de esa cuadrilla de delincuentes que encabeza el psicópata de la Moncloa lo arrojaron a las tinieblas exteriores. El interesado no se enteró hasta las cuatro y media de la tarde de ayer, por las insistentes llamadas que estaba registrando su móvil mientras comía con un amigo.

Habiéndose tomado ya la decisión de expulsarlo en la Comisión Ejecutiva Federal del pasado lunes, el portento que ejerce como número dos del partido, vale decir María Jesús Montero compareció en rueda de prensa para demostrar, una vez más, que a ella solo le falta hablar. Y comentó la criatura que los críticos, si es que hoy tuviera vigencia este lenguaje “se han expresado como han creído conveniente y lo único que podría decir es que en este PSOE el que se mueve sí sale en la foto».  Era una alusión muy poco velada a la famosa sentencia de Alfonso Guerra “el que se mueva no sale en la foto” en la época en que era la todopoderosa mano derecha de Felipe González.

Conviene detenerse aquí para hacer algún subrayado. El hecho de que hoy tenga el cargo que antaño ocupara Alfonso Guerra una indocumentada como esta explica buena parte de lo que está pasando en el PSOE. En el plano intelectual y también en el moral. A Nicolás ni siquiera le ha hecho falta moverse. Le ha bastado con hablar, usar el don de la palabra que es tan ajeno  a las cualidades de María Jesús Montero, si es que tuviese alguna.

Expulsar a Nicolás Redondo y quedarse con Patxi López es una declaración de principios, como también lo es amnistiar a Puigdemont y sobre esto ya no caben dudas. La prueba de que van a  graciar a los golpistas es la expulsión de Nicolás Redondo porque lo veía venir. Hace falta mucha impunidad, mucho desprecio a los demás para gastar semejante desparpajo antes de comunicárselo al penado.

Cuatro días han pasado desde que la Ejecutiva decidió la expulsión de Redondo sin que le fuese comunicada la instrucción del expediente sancionador que se conoció por elDiario.es. ‘Reiterado menosprecio a las siglas’ dice la cuadrilla de golfos en la que militó durante cuarenta años, poco más o menos. Qué vergüenza produce leer la lista de los 39 ex ministros socialistas que el 18 de julio, buena fecha suscribieron un comunicado para pedir el voto para el PSOE y su candidato. Algunos de ellos han matizado su entusiasmo y expuesto su posición crítica a la amnistía. Pongamos que hablo de Almunia y Ramón Jáuregui. Y Juan Manuel Eguiagaray, quién lo iba a decir. ¿Dirán algo para protestar por la expulsión de Redondo? No parece, aunque tampoco es la primera vez que Nicolás choca con el aparato. Hace años ya hubo un encontronazo. Sus compañeros de partido lo acusaron de derechista por haber asistido junto a su padre a un almuerzo en Moncloa al que fueron invitados por Aznar. Recuerdo haber recabado firmas de centenares de reputadas figuras de la izquierda española en favor de Nicolás Redondo Terreros. Un error el mío: creer que la izquierda podía legitimar a nadie después de verter tanta deslegitimación sobre sí misma.