Tenemos un Gobierno hipertrofiado que no cabe en la mesa, con cuatro vicepresidencias artificiales y un Iglesias al que habrá que ponerle pronto en el despacho un futbolín, una neverita con unos botellines de Mahou y una tele tocha, porque en realidad carece de atribuciones y se va a aburrir más que un mejillón en la cuerda de una batea. Tenemos ministerios huecos y algunos con titulares de perfil friki, como el artista que nada más tomar posesión se dio el piro a Estados Unidos de garbeo privado. Tenemos un mega-asesor que va de valido Godoy en la era de Carlos IV. Tenemos un ministro multitrolero y sobrado, convertido en el Anacleto Agente Secreto que arregla entuertos diplomáticos nunca aclarados.
Y, por supuesto, tenemos al gran líder progresista para todas y todos, nuestro Pedro, que levita mirándose al espejo.
Pero lo que no tenemos es un Gobierno operativo. Porque una cosa es predicar y otra dar trigo y el equipazo sale goleado cada vez que salta a la cancha.
Con el gran líder progresista para todas y todos ha retornado el fantasma del paro y España crece la mitad que con el viejo Mariano, supuesto maulas que solo leía el «Marca». En política exterior, el gran líder progresista ha tenido el buen ojo de encabronar a la primera potencia mundial, primero retirando una fragata española a la brava de una operación conjunta; después, amenazando a los gigantes de Silicon Valley sin negociar; y por último, haciéndole el vacío a Guaidó y enviando al agente especial Ábalos a un fantasmal encuentro en Barajas con la dos de un dictador. El resultado de tan hábil diplomacia se llama represalias, pues Trump no es hombre de matices y ha respondido con los aranceles al vino y el aceite que tanto daño están causando.
Por desgracia, el congreso de los móviles ha volado de Barcelona, donde iba a dejar 500 millones. Curioso: no hay impedimentos sanitarios para celebrar citas multitudinarias en Ámsterdam, Jerusalén, Ginebra o Madrid (ya viene Arco). Aunque la corrección política no permite plantearlo, ¿habrá ayudado al Mobile el contar con un gobierno social-comunista que no da buenas sensaciones a las multinacionales y que ha enojado a EE.UU.; y con un Ejecutivo catalán separatista que hace solo unos meses instigaba la quema de Barcelona; o con una ministra de Hacienda que amenaza a las tecnológicas, o una alcaldesa Colau que ponía al Mobile a parir y que engalana sus edificios con propaganda antiespañola; o con unos políticos provincianos que poseyendo un idioma que hablan 580 millones de personas, el español, prefieren informar al mundo en uno que no hablan ni siete?
El campo está en pie de guerra, porque el gran líder progresista lo ha machacado al subir el salario mínimo y al provocar los aranceles. ¿Solución? Veto sectario en las reuniones gubernamentales a las organizaciones agrarias, más subsidios PER -que pagaremos todos y que no se cuantifican- e Iglesias vestido ya a lo Tom Ford y poniendo cara de pucheritos compungidos mientras simula que arregla un tema del que sabe tanto como yo de las ecuaciones de Perelman. Epílogo: no dan una y ya están tardando en sacar a Franco…