Tonia Etxarri-El Correo

Después del primer revés electoral del PSOE tras el 23 de julio, Pedro Sánchez no tiene más que dos opciones: o rectificar su rumbo de sometimiento a las fuerzas nacionalistas o emprender una huida hacia adelante en la dirección que le van marcando los secesionistas catalanes. Podrá engañarse mientras va asimilando la derrota de su partido en Galicia, intentando convencerse de que «la izquierda crece y la derecha retrocede». Pero tendrá que enfrentarse a la realidad de unos pésimos resultados electorales fruto de una campaña desatinada en la que él, personalmente, jugó todas sus fichas a la casilla contra Feijóo mientras seguía bailando al son de Puigdemont. Sánchez enfocó la campaña gallega en clave nacional. Y erró en sus cálculos porque el bloque de izquierda nacionalista no logró desbancar al PP. Como les ocurre desde hace quince años. Y volverá a incurrir en otro error si persiste en negar que sus cesiones en la amnistía han tenido impacto en las urnas.

Decir que los resultados en Galicia no pueden extrapolarse a nivel de todo España, suena a justificación de mal pagador. Claro que los comicios autonómicos se sitúan en una dimensión distinta a la de las elecciones generales. Pero la tendencia, desde que Sánchez presenta a su partido al escrutinio de las urnas autonómicas, municipales y legislativas, va siempre en la misma inclinación: cuesta abajo.

El PP gobierna en once de las comunidades autónomas, además de Ceuta y Melilla. Y el PSOE se ha quedado tan solo con tres presidencias: Asturias, Navarra y Castilla la Mancha. Lo que han hecho las elecciones gallegas ha sido confirmar la debacle de los socialistas que nunca han tenido menos poder local y autonómico que ahora.

Y las cesiones de Pedro Sánchez a los nacionalistas catalanes han hecho mella sobre el comportamiento del electorado. Directa o indirectamente. En Ferraz aseguran que la amnistía no ha influido en su derrota porque el trasvase de sus votos han ido hacia el BNG que apoya la polémica ley. Por esta simple regla de tres, si el PP ha ganado por mayoría absoluta estando en contra de la ley de impunidad, señal de que su rechazo a la amnistía, además de su proyecto galleguista, habrá influido en su éxito electoral, ¿no? La amnistía puede que no haya sido el principal vector que explique los resultados en Galicia pero ha polarizado tanto la legislatura de Sánchez dependiente de Junts que ha provocado un movimiento de voto de castigo en las filas socialistas hacia la opción nacionalista.

Lo peor de todo este panorama es que Pedro Sánchez no se da por aludido. Page le ha pedido que reflexione ¿Hay alguien más? ¿Andueza, por ejemplo? Se le presenta una campaña endiablada al candidato vasco si quiere marcar sus diferencias con PNV y Bildu, los dos socios preferentes de Sánchez. Su jefe bendice a las opciones nacionalistas como fuerzas progresistas. Si valida al BNG, a Bildu, a ERC, PNV y Puigdemont el voto socialista puede ir a las opciones nacionalistas. Como ha ocurrido en Galicia.