IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • ¿Cómo estamos, bien o mal? Pues depende de si se escucha al Gobierno o se prefiere ver lo que está pasando

Después ya sabe que los precios de la energía están un poco altos, pero que el Gobierno va a aplicar unos topes al gas, a la hora de fijar los precios de la electricidad, que moderarán las tarifas de manera apreciable, como nos informa la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Energética y el Reto Demográfico, Teresa Ribera. ¿Cómo hará la imprenta de La Moncloa para meter tantas letras en las tarjetas de visita? Y si es usted uno de esos vejestorios a quienes nos preocupa la evolución de las pensiones, ya sabrá que el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, está en todos los detalles y ha realizado una reforma que va a garantizar su pago ‘ad eternum’ por encima de cualquier dificultad coyuntural.

Y por último, si es uno de esos pusilánimes timoratos a quienes nos preocupa la evolución de las cuentas públicas, espero que los planes presentados en Bruselas por la señora Calviño le hayan convencido de que eso del arreglo del déficit público está chupado y la deuda se va a pagar en un santiamén.

La otra manera de verlo es levantarse del sofá y mirar por la ventana, que ya va siendo hora y le conviene estirar un poco las piernas. ¿Qué ve? Pues que el crecimiento del primer trimestre ha sido solo de un 0,3% y apunta peligrosamente a la recesión. De hecho, todos los organismos y entidades, desde la Comisión Europea al Colegio de Economistas pasando por el Banco de España y el BBVA, han rebajado sus previsiones y se alejan del más del 7% previsto por el Gobierno al elaborar los Presupuestos. Luego verá que la inflación sigue alocada y la subyacente continúa su tendencia al alza, lo que augura un futuro de complicaciones. Como ésta duplica el objetivo del Banco Central Europeo, ya nos han advertido de que los tipos empezarán a subir en el mes de julio, dando por cerrada esta fase de locura monetaria que nos ha adormecido durante tantos años.

Veremos también que la subida de tipos agrava los problemas de impago, que preocupan a las entidades financieras al coincidir con una fase de expansión del crédito aprovechada por todos, familias y empresas, para endeudarse con comodidad. A poco que se fije, verá que las reformas introducidas en el sistema de pensiones solo han ido en la dirección del agrado popular, aun a costa de agravar sus desequilibrios. Y que la segunda fase, la dura, espera sentada porque es ‘electófoba’. Ya puestos, también verá que el plan -o lo que sea lo que hemos presentado a Bruselas- de consolidación de las cuentas públicas es difuso, etéreo, inconcreto y, lo que es peor, manifiestamente insuficiente para ordenarlas.

Si ha llegado hasta aquí, es muy posible que retome la pregunta inicial: Vale y ¿cómo estamos? Vaya preguntita. Como es domingo, le aconsejo que siga sentado. ¡Ya hará ejercicio mañana!