MAITE PAGAZAURTUNDÚA-EL CONFIDENCIAL

  • Un partido que ha construido España, como el PSOE, ¿puede gobernarla con los radicales, nacionalistas y extremistas de todos los colores que votan para destruirla en Bruselas?

¿Autodeterminación en la Unión Europea? No, gracias. La pregunta sobre el margen de respaldo que podría tener una declaración de autodeterminación en la UE la formuló hace unos días en el Parlamento Europeo Diana Riba, eurodiputada de ERC. Figuraba en el texto de una enmienda en la que se solicitaba el respaldo a la afirmación de que «todos los pueblos de la Unión tienen el derecho de libre determinación, en virtud del cual pueden establecer libremente su condición política y proveer libremente a su desarrollo económico, social y cultural».

Una cuestión clara. Y una respuesta, a través de nuestro voto, también clara: la enmienda se rechazó en el pleno por 487 votos en contra, 37 abstenciones y 170 votos a favor.

El eurodiputado Carles Puigdemont, que lleva más de tres años fugado y que en ese periodo ha pasado de ensalzar Europa a calificarla de “club de países decadentes y obsolescentes”, pasando por ofrecer «la amistad a Moscú de una Cataluña independiente«, dijo tras la votación que «hay vida más allá de la UE», sin especificar dónde.

Que alguien que huyó de las leyes de su país en 2017, que está pendiente de que el Parlamento Europeo le retire la inmunidad y que intenta que propios y extraños no le dejen olvidado en su chalecito de Waterloo diga estas cosas es normal. Da igual que la bobada no se sostenga ni un minuto, sobre todo en momentos como estos, en los que las garantías políticas, jurídicas, económicas y sociales que da la UE son fundamentales para el Estado de derecho y de bienestar de los países que la componen.

Que a estas alturas se pretendan ignorar los textos y la doctrina internacional sobre la autodeterminación, igual que el espíritu y la letra de la Constitución española, tampoco debe extrañarnos. La propaganda tiene sus leyes de hierro, y fue aquel precursor de las ‘fake news’ y la manipulación, Joseph Göbbels, el que mejor definió la principal, al decir que «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad».

Lo que da menos igual, lo que va más allá de la anécdota, es que entre los eurodiputados que votaron a favor de la enmienda de la autodeterminación estaban los representantes de ERC, Bildu, PNV… y Podemos. Lo que es preocupante es que estamos hablando de un voto favorable a poder romper España, a disolver el Estado, por parte de socios de la coalición gubernamental y de aliados de la mayoría de la moción de censura que puso en pie este Gobierno y que acaba de reeditar su respaldo con ocasión de los Presupuestos.

¿Un partido que ha construido España, como el PSOE, puede gobernarla con los radicales de izquierdas, nacionalistas y extremistas de todos los colores que votan para destruirla en Bruselas?

¿Los que pactan gobiernos o Presupuestos no quieren ser conscientes de las numerosas señales —la última, esta votación en el Parlamento Europeo— de que dan cuerda a un mecanismo de relojería que acabará por estallarles, y estallarnos, en la cara? Por sesgos ideológicos absurdos, por patología organizativa en el partido, por la pereza de pensar con sentido de Estado, por huir del esfuerzo de un análisis estratégico en la defensa del sistema que permite escapar de la maldición de las dos Españas.

Es preocupante que estamos hablando de un voto favorable a poder romper España, a disolver el Estado, por parte de socios del Gobierno

Apunten que el incremento sustancial de los niveles de preparación para el mentiroso combate político de Bildu de los últimos días no parará o que los despliegues de retórica antisistema de Podemos o ERC constituyen señales de alerta clásicas de la erosión de nuestra convivencia.

Carles Puigdemont, ¿de qué vida habla fuera de la UE? ¿Quizá se estaba acordando de las palabras de Fernando Savater, precisamente en el Parlamento Europeo, hace 20 años, al recibir el Premio Sajarov a Basta Ya?: «Los etarras no son extraterrestres llegados de otro planeta para hacer el mal, sino jóvenes educados en el fanatismo étnico, en el odio a más de la mitad de sus conciudadanos y a todo lo considerado español».

Era una cuestión retórica. Nada hay más lejos de la cobardía de un fugado de la democracia que el valor de un combatiente contra las dictaduras y por la libertad que en el mismo discurso, en aquel Parlamento Europeo, concluyó que «nos negamos a sustituir el Estado de los ciudadanos por el Estado de las etnias». Están jugando con el país.