SANTIAGO GONZÁLEZ-El MUNDO
La última se produjo ayer y fue la decisión de Íñigo Errejón de abandonar Podemos para formar tíquet con la alcaldesa como candidato a la Presidencia de la Comunidad. ¿Qué hará el inflexible Echeminga? ¿Suspenderá de militancia a Errejón? El pobre Garzón que había estrenado mano de hierro con el indisciplinado Llamazares será un decidido partidario de la mano dura. La última podría ser también el casoplón de Galapagar, un renuncio apoteósico para quien tantas veces había expresado su decisión de seguir viviendo en su barrio de Vallecas para mirar a los ojos de su panadero, del que le vende los periódicos, etc. Él había denunciado la compra de una casa de alto standing por Luis de Guindos: «¿Entregarías la política económica de un país a quien se gasta 600.000 euros en un ático de lujo?»
Su novia, una portavoz que habla a mordiscos, estableció la diferencia: ellos, la gente, compran las casas para vivir, no como De Guindos y los mayordomos de los poderosos, que las compran para especular. Cuando una periodista le preguntó en qué se basaba para decir que De Guindos la había comprado para especular, dijo: «Yo no he dicho tal cosa», cogió los papeles e hizo mutis.
Iglesias se apresta para la batalla y anunció al caer la tarde que presentará una candidatura para competir con Errejón. Ya veremos. Él ha desmentido todas y cada una de sus afirmaciones: sobre las casas, sobre Venezuela, sobre apalear a policías, sobre sus expectativas electorales, sobre su sueño húmedo de apalear a Mariló Montero. «Si no gano las próximas elecciones generales igual me voy», le dijo a Évole en octubre de 2014. Estuvo mucho más acertado en otra reflexión que le hizo al mismo follonero: «En el momento en que mínimamente nos parezcamos a la casta estamos muertos». Lo están, aunque todavía respiren. Podemos es una criatura agonizante a los cinco años de su fundación. Era una obra de Pablo Iglesias Turrión y ha muerto a sus manos. Él y su novia son irremediablemente casta. Se mantendrán al frente del chiringuito para poder pagar la hipoteca.
Errejón, el cooperador necesario, está muy sobrevalorado, pero si practicamos la precautoria comparanza de San Agustín, y lo medimos con Pablo Iglesias es un finísimo intelectual que llevó a una colega mía a acuñar el sintagma «los cerebritos de Podemos». El secretario general entona más con Echenique y Monedero y las diferencias con Errejón empezaron a cuajar cuando lo sustituyó en la portavocía del Congreso por su novia y lo envió una fila más atrás.
Su candidato de la respetabilidad era José Julio Rodríguez, candidato a alcalde en competencia con Carmena, que va a sufrir su tercer revolcón electoral, después de haber fracasado en los dos encargos de Pablo Iglesias, salir diputado por Zaragoza en 2015 y por Almería en 2016. El invento de Carmena se va a llamar Más Madrid. ¿Más Madrid? ¡Más madera, es la guerra!