HERMANN TERTSCH-ABC

MONTECASSINO BARCELONA, CAPITAL DE ESPAÑA

ESTE domingo tenemos todos los españoles, también los que no estén allí, una gran cita con la historia en Barcelona, hoy capital de España. Con una manifestación en defensa de la unidad de España, del Estado de Derecho y el pluralismo. Comienza al mediodía y debiera marcar el principio del fin del control de las calles catalanas por el miedo impuesto por el régimen nacionalista. Y también el regreso a Cataluña de la España institucional y de la propia idea de la nación española. Porque España ha estado ausente de Cataluña, los españoles han estado sometidos al terror blando de instituciones convertidas en órganos separatistas.

Esta manifestación que cuenta con masivos apoyos de la oposición catalana, fuerzas políticas españolas y apoyo del Gobierno de Madrid, llega después de una oleada de manifestaciones que tenían los mismos fines pero no la misma suerte. Fueron boicoteadas y difamados por los partidos, los medios y el Gobierno. Pero allí estuvieron muchos millares de españoles que en ciudades y pueblos salieron los primeros a defender a los catalanes de la sevicia nacionalista. Su movilización contra la humillación, contra la pasividad del Gobierno y en favor de acciones en defensa de la unidad y la Constitución, recibió el gran espaldarazo del histórico discurso del Rey. Esa ha sido la primera reacción, espontánea, profunda, de la nación, que hoy debiera tener su expresión colosal en Barcelona. Que no estropeen ese inmenso capital del pueblo español en marcha, los cálculos de partidos, intelectuales y negociantes.

La cita de hoy suma muchos adhesiones de muchos rincones geográficos e ideológicos. Hasta el PSC, uno de los grandes culpables de la tragedia separatista, deja ir a sus militantes. Se verá si ampliar el espectro no desdibuja los fines. Si no se debilitará la necesaria radicalidad contra el nacionalismo en beneficio de tibias fórmulas de acuerdos con unos separatistas en retirada ordenada. Muchos temen que a la cabeza de esa vía de «reconciliación entre la legalidad y el crimen» esté Mariano Rajoy que desde el discurso del Rey no deja de intentar debilitar el diagnóstico real. Los golpistas que han de pagar por sus actos. La impunidad de la cúpula sediciosa hundiría a España en el desgobierno y el caos. Esta búsqueda de «diálogo» para no cumplir la ley solo prolonga la deriva al desastre total. Cuando hay una oportunidad histórica para la general enmienda de las perversiones del sistema. La defensa de España implica la lucha contra el nacionalismo para derrotarlo, deslegitimarlo y neutralizarlo como factor decisivo en la política española. Son días estos que pasarán a la historia de España, nadie sabe si como punto de partida hacia una gran enmienda histórica que fortalezca a España, su democracia y su Estado de Derecho o hacia su definitiva quiebra, desarme y destrucción. Lo que nos jugamos es todo. Esperemos que hoy en una manifestación sin precedentes en Barcelona se reafirme la idea de una nación movilizada en defensa incondicional de su unidad y sus leyes cuya mejor expresión fue el discurso del Rey.