LUIS VENTOSO – ABC – 05/09/15
· Seguirán llegando inmigrantes en masa, porque siempre ha ocurrido.
Con su legendario paso ligero, la UE va a abordar lo que tiene encima con los inmigrantes mediante una reunión de ministros del Interior dentro de semana y pico. Pensar que el deslavazado Jorge Fernández y sus pares van a arreglar algo es como creer que la próxima Champions la ganará el Logroñés.
Tampoco van a solucionar esta crisis sus superiores (Rajoy, Merkel, Cameron…), por una sencilla razón: desde que existe el hombre siempre se han producido gigantescos éxodos migratorios de manera recurrente. Lo más que podrán hacer es ordenar el proceso. Pero la gente seguirá escapando, porque el mundo islámico continúa anclado en el siglo XII, enzarzados en una delirante guerra civil entre chiíes y suníes y sin acertar a crear un mínimo de prosperidad bien repartida pese a sus inmensos dones energéticos. (Por cierto: mientras los europeos nos ponemos colorados, y con razón, ante la lacerante foto del niño, no se conoce iniciativa alguna de los plutocráticos sultanatos petroleros para ayudar a sus hermanos de fe que escapan del horror y la falta de oportunidades. Se les ve más diligentes en las tiendas de híper lujo de Knigshtsbridge, o a la hora de cerrar para su solaz playas públicas de Cannes, o de financiar bajo cuerda el terrorismo más bárbaro que hemos conocido).
La inmigración continuará. Es un asunto irresoluble. Pero tampoco hay que caer en la desesperanza y la histeria. ¿Cómo se forjo el país más poderoso? Pues ni más ni menos que mediante cuatro oleadas de inmigrantes, que también huían de la pobreza y la guerra, como ahora. El primer asentamiento inglés en los actuales EE.UU. se levantó en Jamestown en 1607 y acto seguido llegó la primera oleada: ingleses, galeses, escoceses, alemanes, holandeses… A ellos se sumaron después los esclavos traídos cruelmente de África (600.000 en doscientos años). La segunda oleada, de 1820 a 1870, llevó allí a siete millones de europeos, uno de cada tres eran irlandeses que huían de la hambruna de la patata. En la tercera oleada, de 1880 a 1920, llegaron 24 millones más, europeos del Este, judíos, rusos, asiáticos. La cuarta oleada empieza en 1970 y es mayormente latinoamericana. Para entender de qué volúmenes hablamos baste recordar que en 1986 Reagan firmó una amnistía que regularizó a tres millones de sin papeles.
Huelga decir que Estados Unidos no siempre tendió la mano a los recién llegados. Hubo restricciones (por el filtro de Ellis Island, por ejemplo, pasaron 12 millones de personas). Hubo incluso leyes de tufo racista, como la que en 1917 prohibió la inmigración de chinos. Pero en general su ADN fue el de país de acogida. Un crisol de gentes llegadas de todo el planeta y más o menos desesperadas acabó construyendo la primera potencia mundial, mientras pueblos puristas que se miraban su ombligo incorrupto se sumían en el atraso y la irrelevancia. Tan grandes se volvieron que hasta asumieron ser la policía del mundo. Pero ahora se repliegan, porque las guerras son muy onerosas y porque tienen un presidente pusilánime. A los europeos nos toca afrontar nuestro propio futuro y las burocráticas piernas de la UE tiemblan y se arrastran ante un problema que está aquí para quedarse.
LUIS VENTOSO – ABC – 05/09/15