Miquel Giménez-Vozpópuli
  • Tras la reunión de Biden y Sánchez la conclusión es que los dos mienten más que pestañean

Ahora dice el yayo que vive en la Casa Blanca que todo van a ser tortas y pan pintado, que ayudará a Su Pedridad con la emigración marroquí – coordinar esfuerzos lo llaman -, que la Armada yanqui desplegará más destructores en la base de Rota en apoyo de España, que nos van a rebajar los aranceles y que, por descontado, van a una en lo de la agenda globalista, la resiliencia, la perspectiva de género y otras cosas del montón. Dieciocho puntos redactados y firmados por ambos atamanes de guardarropía que dejan patente la tradicional amistad entre ambos pueblos y que si tal, que si cual y que si Maroto el de la moto. ¿Ca pasao?, se dirán algunos ante tanta bonhomía norteamericana. Pues lo que pasa siempre que te metes con los USA. Que te trincan por las bajuras y te las aprietan hasta que te pones como la Lirio, moraíta de martirio. Y como Biden sabe cosas de Sánchez y, reconozcámoslo, además, su gestión como gobierno al que se le supone una vocación europeísta y occidental es mejorablemente manifiesta, el yayo le ha venido a decir aquello que Don Vito le soltó a Buonasera: ¿Por qué me tratas con tan poco respeto? Y Sánchez, que sabe que cada día lo tiene más crudo con los comunistas, los separatas, el PP, VOX e incluso en el ámbito más personal, le ha comprado al presidente norteamericano todo lo que le ha querido vender a cambio de unas fotos, unas sonrisas y poder decir que ya es un dirigente mundial del mundo mundialista y olé.

Pero no se crean nada, porque si el acuerdo bilateral lo revisaran en la tienda de empeños de Rick, el del precio de la historia, aquel glorioso calvo que sabe más que Escartín, dirían “No sé, pero parece falso”. Y tendrían razón. Porque Biden utiliza a Marruecos como amenaza constante contra un gobierno aunque le interese tanto el sultanato como España, es decir, nada. Somos meros portaviones de tierra para la USAF y poco más. También es falso porque a Sánchez le late en su corazón resentido la tradicional y estúpida fobia anti norteamericana de la izquierda que olvida que los yanquis serán lo que sea, pero nos han salvado el culo en dos guerras mundiales amén de que, sin su paraguas atómico, hace décadas que estaríamos bailando el kalinka kalinka por nuestras calles. Es falso porque en materia de cooperación nosotros siempre salimos perdiendo cuando nos sentamos a negociar con ellos. Es falso, en fin, porque las dos partes carecen de la más mínima honestidad para afrontar un acuerdo sólido, serio, entre iguales y con vocación de estabilidad en materia defensiva, económica, política y cultural.

El papelito firmado no es más que un bienqueda de cara a la galería para disimular que, una vez más, Sánchez ha vuelto a bajarse los pantalones ante el amigo americano que va a la suya y cree, buenamente, que España está en el mapa entre Méjico y Guatemala. Y conste que esto lo dice uno que es atlantista por convicción y por necesidad, como tantas otras cosas en esta tierra que todavía tiene que descubrirse a sí misma y no hacer caso a las mentiras históricas propaladas por, entre muchos otros, los norteamericanos.

Da pena decirlo, pero esta cumbre de la NATO es más falsa que un jamón de porexpán, empezando porque quién la negoció en su día fue María Dolores de Cospedal y acabando porque todo el pescado ya venía vendido de la reunión del G7 de éstos días. Es curioso que Sánchez no se haya dignado invitar o, al menos, reunirse con Feijoo, que es el líder de la oposición, para explicarle lo que hay. Será que a un gallego es dificilísimo engañarlo. Yo no sé a ustedes, pero, insisto, me parece todo falso, muy falso.