¿Se va o no se va? La angustia en el PSOE este fin de semana roza la histeria. Miles de cargos, de sueldos, de despachos, de canonjías, de chollos, pendientes de la palabra del gran narciso. ¡Movilicémonos todos, esto se hunde! El presidente está muy tocado desde el lunes, cuando los volcanes Pegasus y Begoña entraron en erupción. El miércoles, en la sesión de control, evidenció su abatimiento. Se refugió en Moncloa, pergeñó junto a su esposa la inconcebible misiva a los ciudadanos y no se le ha vuelto a ver el pelo. Crecen rumores sobre los pinchazos de su móvil y se otea ya una mano lejana que ejecuta la venganza. No pierdan el tiempo con el juez Peinado, ni con su hija, como hace la cadena del movimiento. Busquen por otra parte y encontrarán el origen de tanta zozobra..
En la semana más larga del quinquenio atroz se han vivido momentos extraordinarios, casi de Stephen King. Para empezar, la primera en la frente mediática. En la sala oeste de la Moncloa no atinaban a entenderlo, no salían de su estupefacción. Nunca hasta ahora habían visto tantas veces unidas las palabras ‘Begoña’ y ‘corrupción‘ en los titulares de prensa. Ni siquiera sumando los de todos los medios de la fachenda se recordaba tal espectáculo. Ingleses, franceses, italianos, alemanes, todos coincidían en el titular más temido… ¿Coño, no eran nuestros amigos? ¿No hemos tratado a sus corresponsales como a cónsules del imperio? ¿No se les ha acariciado con empalago? Sánchez-esposa-renuncia-corrupción, eran los cuatro pivotes de esa maldita ecuación que cayó sobre las cabezas del equipo de propaganda de Bolaños con efecto de cataclismo.
Este vendaval de los malditos periódicos europeos, socios ya del club del fango y la caverna, ha sido terrible. ¿Qué pensará Úrsula? ¿Le negarán el Consejo Europeo?
Algo había salido mal y les dio donde duele. Sánchez no soporta contratiempos en su imagen de líder global, en su incuestionable influencia europea, en su carisma como faro de los avances sociales, el feminismo sostenible y la prosperidad entre los pueblos sojuzgados por el capital. Fue el primero que intentó apaciguar lo de Ucrania pero Putin, ese un tipo aborrecible, se lo impidió. Ahora está con lo del Estado palestino pero va a ser más fácil crear el estado catalán. Este vendaval de los malditos periódicos europeos, socios ya del club del fango y la caverna, ha sido terrible. ¿Qué pensará Úrsula? ¿Le negarán el Consejo Europeo? ¿La secretaría general de la ONU? ¿El Nobel de la paz?
Ahora toca intensificar la aclamación popular del mártir. Zapatero ya se ha puesto a ello, con la movilización de las gentes de cargo y paguita, cada concejal, cada conserje, cada subsecretario, cada periodista ensobrado (como dice Milei) tiene que volcarse en el proceso de beatificación del héroe perseguido antes de que resulte crucificado. Y hay que exhibir mucho el viacrucis de Begoña, la víctima propiciatoria de este tormento, porque hay líneas rojas que no pueden traspasarse, como el ataque a la vida personal de un presidente del Gobierno. Lo del novio de Ayuso ya si eso…
Begoña, al cabo, es el trampantojo de esta farsa, el MacGuffin de este esperpento con el que el gran caudillo de la izquierda planetaria pretende sacudirse un cimbronazo, quizás letal, que golpea ya las `puertas de la Moncloa
En su inconcebible carta de melodrama a lo Douglas Sirk, el líder socialista subraya que está «profundamente enamorado de mi mujer», asunto que al contribuyente le importe más bien poco. En estas horas se ensalzará la figura de esta santa, una mujer aguerrida que tan sólo ha intentado ejercitarse en un ejercicio empresarial como tantas otras, con alguna pequeña salvedad, como recibir, presuntamente, el apoyo de ministerios e instituciones para lograr sus objetivos. Y su pasta. Esa delicada pieza sacrificial, caída por la causa de la dignidad femenina, ha de ser objeto de ensalzamiento y loas, de mimos y homenajes. Begoña, al cabo, es el trampantojo de esta farsa, el MacGuffin hitchockiano de este esperpento con el que el gran caudillo de la izquierda planetaria pretende sacudirse un cimbronazo letal que llama ya a las puertas de la Moncloa.
La estrategia es tan pedestre que mueve al rubor. Un libreto de primero de populismo bolivariano, una cruzada de adhesión personal al gran tramposo, mediante la consabida práctica de agitar muchedumbres junto a Ferraz, acarrear militancia en autobuses que quién los paga, y corear cánticos guerreros y amenazas cerriles contra la justicia, los medios libres y la algo encogida oposición. El victimismo como enseña y el frentismo como guión. Hay que echar el resto, la permanencia del sanchismo está en juego. Este sábado sonarán las trompetas que invitan al arrebato y se coreará el himno de Paxti, ‘no pasarán‘, de incómodo recuerdo para sus filas.
Cinco días de abril en los que todo puede cambiar, en los que España arriesga decir adiós a una democracia débil y desesperadamente torpe, sin apenas movimiento alguno de queja y, lo que es peor, sin que se perciba un amago de decidida reacción cívica
El tuit amoroso de Sánchez se escruta ahora en los centros de poder europeo. ¿Esto va en serio?, preguntan en algunas cancillerías ¿Piensa dejarlo todo? Algunos de sus próximos, conscientes de la gravedad de lo oculto a punto de emerger, han intentado convencer al jefe de que todo revés es superable. Otros ven en este desplante un nuevo requiebro de despótica prepotencia, un desafío en toda regla a los usos democráticos, al armazón constitucional que ahora nos protege, al marco legal que todavía está en pie. Este órdago desesperado y sulfuroso en defensa del amago de renuncia del caudillote de Puebla, emerge con vocación de arramblar con todo vestigio de oposición al poder autócrata del sumo sacerdote de la secta en el poder, una avance más en su empeño cainita por expulsar del tablero político al disidente, a quien no comulgue son sus programa totalitario, a quien no se rinda mansamente a sus pies. En suma, este fin de semana puede estarse fraguando un cambio del régimen, con sus ulteriores fases de asalto al CGPJ, persecución de los tribunales que siguen en pie, mordaza a los periódicos aún combativos y arrinconamiento o destierro a cuantos osen insinuar una sola falta (no digamos ya hecho delictivo) del césar intocable y de su entorno. Quien no se humille, asienta, aplauda o se humille ante este aborrecible semoviente, será laminado, objeto de anatema y arrojado hacia el averno. Cinco días de abril en los que puede producirse un dramático vuelco, en los que España arriesga decir adiós a una democracia débil y desesperadamente torpe, sin apenas amago alguno de queja y, lo que es peor, sin que se perciba un mínimo hálito de decidida reacción cívica, ante el brutal atropello que ya se adivina.
Navajazos por la sucesión
Junto a estas sospechas de golpetazo caraqueño, crecen los indicios de que algo muy extraño ha sobrevenido y no estaba en el programa. El Psoe aplaza el encuentro de designación de candidatos para las europeas y los miembros del Gobierno, aturdidos y febriles, recomponen agendas, suspenden citas, aplazan actos por lo que pueda pasar. Menudean las encuestas sobre la sucesión, se prodigan las porras sobre el cabeza de cartel en el caso de unos comicios adelantados a julio. ¿Otra vez a votar en verano?. Zapatero, oficio de traidor, navaja entre los dientes, se quiere el primero en la lista. Ojo, dicen algunos, las mujeres primero. Allá van Emejota Montero y Pilar Alegría, las más animosas y parlanchinas pedrettes. Almodóvar, el que faltaba para redondear el vodevil, llora por su Pedro, y por su cine, que quedará huérfano de subvenciones. Y Sánchez, sumido en un pozo negro, gime por el honor de su esposa. Advierte, como en el filme de Ferreri, a los agitadores del fangal: «Alejaos, no toquéis a la mujer blanca’. Las consecuencias serán terribles. Pero todavía no se sabe para quién.