EL MUNDO 28/10/14
SANTIAGO GONZÁLEZ
Frente al Ayuntamiento de Valdemoro, un hombre entrado en años se manifestaba ayer con una minipancarta del tamaño DIN A4 en la que se leía una aclaración pertinente para estos tiempos: «Dimitir no es un nombre ruso». Doblemente necesaria, podríamos decir, al insistir en dos cuestiones en las que no estamos muy puestos. La primera es la ausencia de sentido de responsabilidad sobre los propios hechos. La segunda carencia es la de la ortografía.
Han pasado ya más de 30 años desde que Pujol consiguió enterrar el caso Banca Catalana, un cuarto de siglo desde los primeros compases de Filesa, Malesa y Time Export, aquella red para financiar ilegalmente el PSOE. También se han cumplido ya 25 años del caso Naseiro, tesorero del PP, un antecesor de Bárcenas que, vaya por Dios, también era aficionado al arte.
La operación Púnica, desarrollada ayer por la Guardia Civil y ordenada por el titular del Juzgado número 6 de la A. N., tenía hechuras de superproducción: 150 agentes movilizados y 51 detenidos en cuatro comunidades: Madrid, Murcia, León y Valencia. Entre ellos seis alcaldes –cuatro del PP, uno del PSOE y uno de Unión Democrática Madrileña (Udma)–, concejales, empresarios, el presidente de la Diputación de León y el ex consejero madrileño de Interior –Francisco Granados–. Además, 259 registros, 30 vehículos inmovilizados y 400 requerimientos a entidades bancarias, para una adjudicación de obras de 250 millones de euros. De momento, nadie se llama Dimitri, como lamentaba el manifestante de Valdemoro, aunque acabarán poniendo las letras en el orden adecuado. Y la operación Púnica es para el PP una operación pánica.
La mayor proporción de detenidos del PP –cuatro de los seis alcaldes– ha bastado para producir un primer efecto en las relaciones entre los dos mayores –por ahora– partidos españoles. El pacto anunciado para esta semana contra la corrupción se ha aplazado sine die. César Luena, el segundo de Sánchez, ya ha anunciado que «ni ha habido, ni hay ni habrá acuerdos o pactos con el PP para luchar contra la corrupción, porque el PP es el partido de la corrupción». El joven Luena ha debido de borrar de su memoria la gestión de su partido en los ERE y los cursos de formación, unas 17 veces más que el montante de la operación Púnica. O pánica. O pénica.
No hay voluntad, son jugadores ventajistas. El PP le devolverá la pelota en Andalucía, haciendo abstracción de Gürtel y lo de ayer, y así hasta el próximo descubrimiento. Son muchas las amenazas contra la democracia española, pero quizá la más grave es la de implosión del sistema. No va más: el infierno son siempre los otros. No es improbable que Artur Mas y Jordi Pujol aprovechen el viaje pro domo sua y se vengan arriba: los españoles son unos chorizos.