Rafael Moyano-El Mundo
«PEDIR PERDÓN exige más valentía que disparar un arma, que accionar una bomba. Eso lo hace cualquiera». Es la reflexión desde la cárcel del etarra Joxe Mari en Patria, la novela de Fernando Aramburu, la presunta ficción que lleva año y medio abriendo los ojos y removiendo las conciencias. Joxe Mari se debate entre mostrar arrepentimiento o no ante la viuda moribunda de Txato, el empresario amigo de su padre asesinado por la banda terrorista. A Arnaldo Otegi no le asaltan esas dudas, nunca se ha arrepentido y tiempo y oportunidades ha tenido. Hace tres meses se enfadó públicamente porque la patronal vasca no invitó a su partido, EH Bildu, al acto de homenaje a todos los empresarios acosados, chantajeados, secuestrados y asesinados por ETA durante tantos años. A Confebask le pareció entonces que la izquierda abertzale, representada ahora por ese partido, no había hecho autocrítica por su evidente y sentenciada complicidad con el grupo terrorista, y la ignoró.
Esta semana ha rectificado, la patronal no Bildu, y una delegación encabezada por Otegi ha sido recibida con todos los honores en la sede de los empresarios vascos. «Se abre un nuevo ciclo de relaciones normalizadas», dijeron los invitados tras el cordial encuentro. Ni una mención a los años del plomo, a los miembros de esa patronal caídos, a los exilios forzosos, a las empresas arruinadas… Para mirar hacia adelante no es necesario olvidar. El señor que se sentó sonriente en la mesa de la patronal pasó seis años en la cárcel por secuestrar a uno de los suyos, el director de Michelin en Vitoria Luis Abaitua. Estuvo encarcelado seis años más, hasta hace solo dos, por intentar reconstruir Batasuna, la organización que la justicia ilegalizó por ser una pieza más de ETA. Es decir, ha estado integrado en la banda terrorista que generalizó un plan mafioso para aterrorizar durante décadas a los empresarios: mató a 49 de ellos, secuestró a 52 y dio a elegir entre la bolsa o la vida a otros 10.000.
La realidad: un día después de la reunión Confebask-Otegi clamaba Teresa Jiménez Becerril, en el 20 aniversario del asesinato de su hermano y de su cuñada, contra los intentos de «pasar página». La ficción: los dos hijos de Txato, el empresario asesinado en Patria, hablan: «Algún día no muy lejano pocos recordarán lo que pasó…. Y ya verás como nos echan en cara a las víctimas que nos negamos a mirar hacia el futuro». Ansiada normalidad, sí, pero no como si no hubiera pasado nada.