Juan José Gutiérrez Alonso-El Español

  • ¿Cómo podemos estar seguros de que lo que ha ocurrido en Venezuela, Argentina, Bolivia o incluso Chile no podría pasar nunca en España? Cuando pensamos “eso aquí no podría pasar jamás” es porque “eso” ya está pasando.
 

Tengo un grupo de WhatsApp con dos amigos. En él compartimos noticias nacionales e internacionales. Casi todo son lamentos, quejas e irritación. Pero también sirve de desahogo. A veces resulta hasta divertido. Mis amigos están convencidos de que la mejor crítica que se puede hacer en este tiempo es la que se hace con humor, recurriendo a la sátira o incluso a la astracanada. Apoyándose en algo tan español como el espectáculo total, el teatro-fiesta y la carnavalada a la búsqueda de la verdad dramática.

En el grupo denunciamos la deriva de nuestro país y también nos preguntamos si merece la pena perder el tiempo con sesudos análisis citando a los autores clásicos para entender lo que nos está sucediendo (cuando en nuestro espejo se reflejan cutres y chabacanos tiranos contemporáneos).

Sabemos que el sistema democrático se destruye una vez atrapado por personas que simple y llanamente no son demócratas, sino adictos al poder, y que esa adicción al poder es el único programa de Gobierno. Es un sinsentido por tanto centrarse en las enseñanzas de los pensadores que hemos estudiado para reflexionar sobre la autodestrucción del sistema. A quienes hay que prestar atención es a los caciques actuales.

La metodología que uso en nuestro salón virtual de denuncia es sencilla. Ante los anuncios de nuestros gobernantes o las resoluciones publicadas en diarios oficiales, acto seguido pongo el mismo anuncio o resolución, si acaso con un pequeño matiz, ya publicado en Venezuela, Bolivia o Argentina.

Si nuestros ministros o sus corresponsales nos sugieren consejos domésticos para afrontar la inflación o los problemas de suministro energético, entonces pongo un vídeo de Hugo Chávez diciendo lo mismo que cualquiera de nuestros mandatarios, regañando incluso a la población porque no estamos en tiempo de jacuzzi ni de cantar en el baño derrochando agua.

«La lista de paralelismos entre nuestro mundo y la cosmovisión chavista o bolivariana que está destruyendo varios países hispanoamericanos es interminable»

¿Que algún miembro del Consejo de Ministros sugiere que hay que cambiar la metodología de cálculo del PIB? Le pongo a mis amigos un vídeo de cualquier mandatario bolivariano diciendo lo mismo.

Si se anuncian subvenciones masivas a los grupos de la incultura afines al Gobierno, mando un vídeo de Nicolás Maduro anunciando y diciendo lo mismo.

Si algún gobernante nuestro afirma que la oposición no volverá nunca más al Gobierno, comparto un vídeo de Hugo Chávez o de Evo Morales afirmando lo mismo.

Si alguno de los contertulios del WhatsApp comenta que un ministro está diciendo tonterías macro o microeconómicas, cosas incluso delirantes, pongo un vídeo de Cristina Fernández de Kirchner diciendo las mismas tonterías.

Si se comenta algo sobre las últimas declaraciones de un mandatario español sobre la emergencia climática y el desastre en ciernes, les pongo un vídeo de Fidel Castro diciendo exactamente lo mismo hace más de medio siglo.

La lista de paralelismos entre nuestro mundo y la cosmovisión chavista o bolivariana que está destruyendo varios países hispanoamericanos es interminable.

El último, y sin ir más lejos, el de nuestra ministra de Hacienda anunciando ante sus militantes y simpatizantes, sin pudor alguno, que va a sortear una sentencia del Tribunal Constitucional para que se siga pagando el impuesto de plusvalía. Es decir, un impuesto a una inflación que en gran medida es responsabilidad de la acción de nuestras manirrotas autoridades.

«Quienes hemos vivido el chavismo hemos pasado ya por todo esto y vemos con asombro cómo la sociedad occidental ha caído presa de un catecismo ideológico suicida»

En los aplausos y el fervor que hemos visto ante el anuncio se encuentra la misma energía que en los vídeos de Hugo Chávez anunciando nacionalizaciones. Exactamente la misma.

En Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) había un espectáculo de humor fantástico que se llamaba Chaplin Show. Allí aprendí hace 15 años que el mundo debería prepararse para la globo-bolivianización. Luminosa predicción.

Todas aquellas críticas a su Gobierno, siempre en formato satírico, son hoy de plena actualidad en países de todo el mundo y también en los organismos internacionales: la fiebre climática, la obsesión anticapitalista, el ajusticiamiento de la historia, el agravio racial o étnico constante…

Es algo realmente asombroso.

Quienes hemos vivido el chavismo y quienes del chavismo han huido y se encuentran hoy entre nosotros hemos pasado ya por todo esto y vemos con asombro cómo la sociedad occidental ha caído presa de un catecismo ideológico suicida que no sólo amenaza las libertades económicas y civiles que tanto trabajo ha costado construir, sino la racionalidad misma. Su principal ventaja tal vez sea la pérdida de la percepción del peligro, la soberbia del ciudadano occidental actual.

Esta soberbia, que para algunos es estupidez, se caracteriza por pensar que “eso aquí no puede pasar”.

Y es la misma arrogancia, exactamente la misma, que conocí en Venezuela cuando creían que lo de Cuba allí no podía suceder y la que luego viví en Bolivia cuando decidieron que, a la vista de la ingobernabilidad deliberada, lo mejor sería poner a los chavistas en el Gobierno para que la gente comprobara que no se les puede dejar gobernar. Creían que en poco tiempo volverían a gobernar quienes no llevarían al país por caminos equivocados. Ya saben, “eso aquí no puede pasar”.

Pero cuando se piensa en eso es porque ya está pasando.

*** Juan José Gutiérrez Alonso es profesor titular de Derecho Administrativo de la Universidad de Granada.