TONIA ETXARRI-EL CORREO

  • La recuperación del diálogo entre el PNV y el PP recuerda que no hay alianzas vitalicias en democracia

Un año después de que aparecieran los primeros contagios por Covid en el hospital vitoriano de Txagorritu la inestabilidad política, en estas circunstancias, nos está pasando una factura muy cara. El ruido permanente en el Gobierno de coalición de La Moncloa desvía la atención de los principales problemas que aquejan a los ciudadanos. Los continuos movimientos de Pedro Sánchez para desplazar la geometría variable de sus alianzas en función de sus intereses están tensionando a todo el arco parlamentario. Juega a forzar la fragmentación del bloque de sus socios de investidura, para reducir su dependencia, al tiempo que utiliza a Iglesias cuando se trata de pactar el reparto de cargos institucionales. Es un juego de quita y pon que está provocando un bloqueo que a nadie debería extrañar.

El pretendido aislamiento de Iglesias que parecía fraguarse en la última sesión del Congreso ha quedado en humo. La voluntad de acuerdo que fue posible en el consejo de RTVE se ha tornado en un gran escollo difícil de superar en el reparto del Poder Judicial. Precisamente porque Iglesias está consiguiendo imponerse a Sánchez. O porque Sánchez se lo permite. El caso es que el presidente había aceptado, en un principio, la condición del PP de excluir a Podemos de la negociación y de los nombramientos de los futuros vocales del Poder Judicial. Pero la propuesta de un juez tan politizado como De Prada ha sido considerado como una provocación. ¿Fue ingenuo el PP al creerse que podría imponer a Sánchez sus condiciones? El caso es que Moncloa ha dejado sobre la mesa la candidatura del juez De Prada avalada por Podemos y que facilitó, con su posicionamiento personal en una sentencia, la moción de censura contra Rajoy. ¿Es el veto del PP o el incumplimiento de Sánchez lo que ha provocado este bloqueo? ¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?

La pugna por el centro ha vuelto a desatarse después de las elecciones catalanas

Han vuelto las casillas a la posición de salida. Y en medio de esta situación de ninguneo al PP, aparece el PNV con su ‘operación rescate’. En una entrevista en EL CORREO, Andoni Ortuzar aplaude que Casado y Sánchez negocien pero advierte que ellos también han recuperado el ‘feeling’ con el PP. No se trata de dar un aviso a Sánchez. Pero el presidente del PNV, aunque diga que no es su función pedirle al presidente del Gobierno que ponga orden en su Gabinete, no hace mucho tiempo le reclamó que diera «un puñetazo en la mesa» para centrar al vicepresidente Iglesias porque estaba siendo un factor disolvente en la relación con los partidos. Inquieto con el papel de Podemos e incómodo con Bildu, el PNV rescata al PP. Será para recordar que no hay alianzas vitalicias en democracia. Y el mismo PNV que dejó a los pies de los caballos a Rajoy se muestra ahora receptivo hacia el PP.

Ortuzar y Casado mantienen «un contacto telefónico fluido». Lo han reconocido los dos. Sánchez sigue interesado en que un Vox radicalizado le sitúe en uno de los dos polos con la esperanza de que se produzca la debilitación progresiva del PP. Al PNV, sin embargo, al revés que a Sánchez, le interesa que el PP recupere el centro para que se debilite Vox porque la polarización no le beneficia. Cruce de intereses.

La pugna por el centro vuelve a desatarse después de las elecciones catalanas. ¿El mismo Sánchez radicalizado para mimetizarse con Podemos quiere mutarse en centrista aunque su afán de control le deje al descubierto? Falta comprobar si el PP tiene proyecto para el espacio de centro derecha, más allá de los anuncios de Casado.