Nota a Le Monde, a propósito de las declaraciones de Artur Mas

Asociación por la Tolerancia, 16/2/12

Al Director:

La Asociación por la Tolerancia (AT) – asociación catalana fundada en 1992, cuando muchos ciudadanos vieron sus derechos lingüísticos amenazados por la ambición mono-lingüística del catalanismo político–, con todo respeto, desea proponer objeciones a la falta de precisión histórica en las declaraciones de Artur Mas, presidente nacionalista de la región española de Cataluña, que su periódico publicó el jueves pasado. El señor Mas viene repitiendo los mismos errores en distintos medios de comunicación en Europa (Financial TimesFrankfurter Allgeimeine Zeitung) para, presumiblemente, proyectar hacia el interior de la región una imagen lavada, capaz de hacer olvidar sus alianzas con el Partido Popular, para los nacionalistas «el enemigo número uno de Cataluña», hasta el día de ayer

Artur Mas, al igual que todos los nacionalistas, padece un victimismo patológico, que presenta Cataluña como «nación» oprimida –es obvio para cualquier observador que se trata de una de las regiones autónomas más ricas de España–. El gobierno autónomo se ha transferido la mayoría de los poderes del gobierno central, pero mantiene la estrategia de culpar al gobierno central por el fracaso de sus políticas. El presidente Mas no quiere sino más dinero para obtener más poder político y, de hecho, para evitar las protestas sociales generadas por la crisis económica y el abuso que el nacionalismo hace de nuestro presupuesto. Se oculta que podríamos tener mejores servicios sociales e infraestructuras, si no invirtiéramos sumas tan grandes de dinero en la creación de la «nación»: fondos para las organizaciones que exigen el catalán como lengua única (a pesar del hecho de que la mayoría de los ciudadanos de Cataluña tienen el español como lengua materna), publicidad institucional, televisión y radio autonómicas, inspectores de la lengua para asegurar que el español no se utiliza en escuelas y otros lugares públicos, una especie de «embajadas» catalanas en el extranjero, etc.

Cuando se reclama un tratamiento económico especial para Cataluña, lo que se reclama son privilegios supuestamente justificados por la historia, que son incompatibles con el principio de igualdad que debe defender una verdadera democracia y con nuestra Constitución. No es cierto que Cataluña «transfiera dinero a las regiones más pobres». Son los ciudadanos de Cataluña quienes pagan sus impuestos, al igual que cualquier otro en cualquier otra región de España. Obviamente, las zonas más ricas no reciben –o no debieran recibir– tanto como las más pobres. El argumento utilizado para considerar que «Cataluña» es la víctima de un déficit fiscal con el resto de España, sería válido para juzgar que «Barcelona» es fiscalmente drenada por Cataluña, puesto que otras «provincias catalanas» se benefician de los impuestos recaudados en Barcelona. Por la misma razón, los barrios de clase alta se opondrían a que la gran cantidad de impuestos que pagan se invirtieran en las zonas más pobres de la ciudad. Pero ese es el principio básico de la justicia fiscal.

Cataluña no fue «sometida» a principios del siglo XVIII (esto no tendría sentido si, como dijo nuestro presidente, somos parte de España desde el siglo XV). Tal vez quiso decir que Cataluña, al igual que el resto de España, estuvo involucrado en una guerra civil dinástica. La burguesía catalana (identificada con Cataluña) se alineó junto al candidato Carlos (dinastía de los Habsburgo) contra el candidato Felipe (de Borbón) y el primero fue derrotado. Esta es la realidad, el resto son interpretaciones sesgadas.

Tal vez nuestras observaciones hayan despertado su curiosidad acerca de nosotros. Sin duda, nos sentiríamos contentos de tener la oportunidad de ampliar su información sobre nuestra asociación y las opiniones de los ciudadanos que no están de acuerdo con el nacionalismo catalán.

Atentamente,

Antonio Roig Ribé, Asociación por la Tolerancia

http://www.tolerancia.org

—-

Original en francés:

Le Monde

courrier-des-lecteurs@lemonde.fr

Pour l’éditeur:

L’Association pour la Tolérance (AT) –une association catalane créée en 1992, quand beaucoup de citoyens ont vu leurs droits linguistiques menacés par l’ambition mono-lingüistique du catalanisme politique– souhaite, avec tout notre respect, proposer des objections au manque de rigueur historique dans les déclarations d’Artur Mas, président nationaliste de la région espagnole de la Catalogne, que votre journal a publié jeudi dernier. Mr. Mas vient de répéter les mêmes erreurs dans des différents médias en Europe (Financial TimesFrankfurter Allgeimeine Zeitung) dans le but, sans doute, de projeter vers l’intérieur de la région une image lavée à l’extérieur, capable de faire oublier ses alliances avec le Parti Populaire, jusqu’à hier pour eux «l’ennemi numéro un de la Catalogne»,.

Artur Mas, comme tous les nationalistes, est malade d’un victimisme pathologique, que présente la Catalogne comme une «nation» opprimée –il est évident pour tout observateur qu’il s’agit d’une des régions autonomes les plus riches de l’Espagne–. Le gouvernement autonome s’est fait transféré la plupart des compétences du gouvernement central, mais maintient la stratégie de blâmer le gouvernement central de l’échec de leurs propres politiques. Le président Mas ne veut que plus d’argent pour avoir plus de pouvoir politique et, en fait, pour éviter les coupures dans les protestations sociales générées par la crise économique et les abus que le nationalisme a fait de notre budget. Il cache que l’on pourrait avoir de meilleurs services sociaux et d’infrastructure si l’on n’investissait pas des sommes aussi importantes dans la création de la «nation»: des subventions aux associations qui réclament le catalan comme seule langue (malgré le fait que la plupart des citoyens de la Catalogne ont l’espagnol comme langue maternelle), de la publicité institutionnelle, la télévision et des radio autonomiques, des inspecteurs de la langue afin d’assurer que l’espagnol n’est pas utilisé dans les écoles et autres lieux publics, une sorte d’« ambassades » catalanes à l’étranger, etc.

Lorsque l’on réclame un traitement économique spéciale pour la Catalogne, on réclame des privilèges soi disants justifiés par l’histoire, incompatibles avec le principe d’égalité qu’une véritable démocratie vient défendre et avec notre Constitution. Il n’est pas vrai que la Catalogne « transfère de l’argent aux régions les plus pauvres »; les citoyens de la Catalogne payent des impôts en fonction du revenu, comme tout autre citoyen dans toute autre région d’Espagne. Évidemment, les zones les plus riches ne reçoivent –o ne devraient pas recevoir– autant que les plus défavorisées. L’argument utilisé pour considérer que «la Catalogne» est la victime d’une drainage fiscale enversl’Espagne, serait valable pour considérer que «Barcelone» est fiscalement drainée par la Catalogne, parce que d’autres «provinces catalanes» bénéficient des taxes perçues à Barcelone. Pour la même raison, les quartiers des classes supérieures s’opposeraient à que la grande quantité d’impôts qu’ils doivent payer soient investis dans les zones les plus pauvres de la ville. Mais c’est le principe de base de la justice fiscale.

Catalogne n’a était pas «soumise» au début du XVIIIe siècle (cela n’a pas de sens si, comme notre président dit, nous faisons partie de l’Espagne depuis le XVe siècle). Peut-être qu’il voulait dire que la Catalogne, comme le reste de l’Espagne, a été impliquée dans une guerre dynastique civile. La bourgeoisie catalane (auto identifié avec la Catalogne) a approuvé le candidat Carlos (dynastie des Habsbourg) contre le candidat Felipe (de Bourbon) et le premier a été vaincu. Telle est la réalité, le reste sont des interprétations biaisées.

Peut-être nos observations ont réveillé votre curiosité à propos de nous. Nous serions certainement heureux d’avoir l’occasion d’élargir vos informations sur notre association et sur les opinions des citoyens qui ne sont pas d’accord avec le nationalisme catalan.

Cordialement,

Antonio Roig Ribé, Asociación por la Tolerancia

http://www.tolerancia.org

Asociación por la Tolerancia, 16/2/12