Miquel Giménez-Vozpópuli

  • La estrategia marroquí con Canarias está desarrollándose con éxito. Marruecos siempre ha creído que el archipiélago es suyo

Si nos remontamos a la época del MPAIAC – Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario, fundado en 1964 por Antonio Cubillo – vemos como España tenía una política de defensa respecto a nuestro vecino del sur mucho más efectiva que la actual. No por ser mejor o peor, sino simplemente porque existía, cosa que no sucede en la actualidad, salvo que consideremos política de defensa facilitar a Marruecos medios de los que no disponen nuestras fuerzas. Como los ciento treinta vehículos todoterreno que Sánchez ha comprado para la policía marroquí. Coste: casi nueve millones de euros.

En los años sesenta, ante la insistencia de Rabat en defender la africanidad canaria, los servicios del coronel Eduardo Blanco supieron “inventarse” ese movimiento separatista, abortando de cuajo las intenciones marroquís de atraerse a independentistas auténticos. Un viejo truco que todavía funciona, ¡y cómo! Cubillo, que sufrió un atentado en Argel tiempo después por personas “desconocidas”, trabajaba para los servicios españoles. Decimos esto por la relevancia del conflicto existente en el Sáhara Occidental, donde el Polisario se ha enfrentado a fuerzas marroquís. Rabat sabe que España no dirá nada, a pesar de la responsabilidad que tenemos. Sobre el papel, deberíamos garantizar un referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui.

El Gobierno de Sidi Mohammed ben el-Hassan Mohammed ben Youssef el-Alaoui, Mohammed VI, está tranquilo. Se sabe inmune ante España porque goza de la protección de los norteamericanos, que tienen allí bases, aeropuertos, además de no pocas estaciones de seguimiento para satélites.

Aquí se juega una partida fundamental en esta tercera guerra mundial no declarada, pero real. El yihadismo ve en Marruecos la mejor puerta para entrar en Europa, vía España»

De hecho, en el tratado bilateral entre los EEUU y nuestro país, como en nuestro protocolo de adhesión a la NATO, queda claro que si Marruecos nos ataca nadie estaría obligado a venir en nuestra ayuda. Sucedió cuando las patrulleras marroquís asaltaban a nuestros barcos de pesca en la década de los ochenta con total impunidad; sucede con las oficiosidades de los servicios marroquís en territorio nacional, donde se pasean con tanto descaro como los americanos, lo que no es poco decir; está pasando con la “invasión” que se lleva a término en las islas afortunadas, llegando miles y miles de, según dicen los modositos locutores televisivos, “inmigrantes subsaharianos”. Un noventa por ciento varones, fornidos, con teléfonos caros e islamistas, pero como decir esto es fascista y nuestro Gobierno mantiene relaciones fraternales con Marruecos –que Iglesias haya creado un diario digital para su amiga defensora de Mohammed V, Dina Bousselham, no es casualidad– lo mejor es no hablar de ello.

Grave error. Aquí se juega una partida fundamental en esta tercera guerra mundial no declarada, pero real. El yihadismo ve en Marruecos la mejor puerta para entrar en Europa, vía España. Una vez en territorio nacional, el lugar donde prefieren instalarse es Cataluña. Tenemos el triste privilegio de ser la región europea con mayor número de imanes salafistas. Que los Estados Unidos consientan esto porque lo único que les interesa es su posición militar en esta zona es tan estúpido como falso. Los tiempos en los que el general norteamericano Beeck, jefe de la antena de la CIA-DIA, su adjunto el coronel Johnson (un alias) o el mismísimo embajador de los EEUU Mr. Rockwell almorzaban regularmente con el general marroquí Ufkir –y también, aunque en otro lugar, con sus acérrimos enemigos- no han cambiado. Si las paredes del Katoubia Palace, sito en Tánger, pudiesen hablar…

A día de hoy, el responsable de la antena de la CIA-DIA mantiene un contacto, digamos informal, una vez por semana con Abdelouafi Laftit, ministro del Interior marroquí. Una comida con pastella que elaboran en uno de los mejores restaurantes de Rabat. Allí, entre sorbo y sorbo del ardiente té a la menta, se da el visto bueno a la ampliación de las aguas jurisdiccionales marroquís a expensas de España, las “oleadas” de saltos a la valla en Ceuta y Melilla o las instrucciones que deben recibir ciertos elementos que se mezclan en determinadas manifestaciones para provocar disturbios graves. ¿Les parece extraño? Pues sepan que en el mundo de la inteligencia no lo es. España debería ser, en opinión de los servicios de los USA, una mera base para aprovisionar su fuerza aérea y las Canarias un enorme portaaviones. Punto. De como nos ven los servicios marroquís les ahorro el comentario.

El conflicto del Sáhara parece ser una provocación destinada a involucrar a España en esa lucha en la que nunca quisimos entrar. Ocuparse de Marruecos suena a Franco. Pero cuando uno no atiende a los espacios de conflicto más próximos, siempre hay otro que sí lo hace. Y esto les explico que me cuentan desde Rabat.