Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
El Gobierno decidió hace unos días aprobar la prevalencia de los convenios autonómicos sobre los de ámbito estatal. Una petición histórica del PNV y una moneda de cambio a su apoyo a la legislatura. La noticia tuvo escasa repercusión aquí, pues pasó prácticamente desapercibida. No así en Madrid, donde la patronal CEOE lamentó el acuerdo que, en su opinión, rompe el mercado interior (exagerado) y torpedea el diálogo social, con la abrupta intromisión del Gobierno en el diálogo social y el ninguneo de los empresarios (cierto). La patronal vasca pasó del acuerdo por la sencilla razón de que no tendrá consecuencias, pues hace años que existe esa prevalencia y más del 90% de los trabajadores vascos se cobijan bajo convenios de empresa o de ámbito provincial. Es más, si algún sector desea mantener la prevalencia de los convenios estatales puede hacerlo, como es el caso del químico o el bancario.
Pero el hecho evidente de que no provoque ningún cambio real en la situación actual no quiere decir que sea inocua. Hace mucho tiempo, sin duda demasiado, que el marco autónomo de relaciones laborales emite señales poco amistosas para quien quiera venir a instalarse aquí. Tenemos los salarios más altos (eso sí que está bien), pero lo completamos con el menor número de horas trabajadas, con la mayor tasa de absentismo y el mayor número de conflictos y de horas perdidas por huelgas… Quizás por eso vengan tan pocos y languidezca la captación de inversiones. Y esta decisión será percibida como una vuelta de tuerca más por todos aquellos que desconozcan la realidad, que serán muchos de los que se estén buscando localizaciones para sus nuevas inversiones. No ayuda nada y puede entorpecer bastante, de ahí que no estaría de más un esfuerzo por aclararlo.
Esta semana hemos conocido que Amazon va a invertir en Aragón, aquí al lado, más de 15.000 millones de euros y va a crear casi 7.000 puestos de trabajo de alta cualificación. Una línea más en la larga lista de proyectos que nos evitan, como las gigafactorías del Levante o las fábricas chinas de coches eléctricos de Barcelona. ¿Algo que decir? ¿Alguien concernido? No parece. Aquí no tenemos AVE porque cuando se podía no quisimos y cuando quisimos no se podía, y no hemos utilizado las posibilidades del Concierto Económico para crear un esquema fiscal atractivo para la inversión. Desconozco la razón, pero el resultado lo pueden ver en las estadísticas que reflejan las entradas de inversión extranjera o del resto del Estado.
¿Hay alguien en algún lugar que esté preocupado por ello? Si es así, ¿nos podría hacer la caridad de contarnos qué va a hacer para remediarlo?