Iñaki Ezkerra-El Correo

  • Una fatídica conjunción de astros ha traído la peor clase política para el peor momento

Pues sí, lo reconozco. Uno llega a este menú de fechas electorales exhausto. El sanchismo con toda su colección de horrores me ha dejado agotado. Como me ha agotado el calculismo pudorosillo y aideológico del feijooísmo. A eso se añade la gente a la que un panorama tan demagógico y carente de matices, tan devastado y desalentador, le alegra el ojillo porque espera sacar réditos en las urnas de los disparates o la inoperancia de sus adversarios. Hay pescadores de río revuelto que se frotan las manos ante el caos deprimente y que tienen por lema ‘cuanto peor, mejor’. A uno solo pensar en toda esa peña le produce más cansancio que una de las conferencias que daba Eduardo Punset, que ya es decir. Los años que hemos vivido con la pandemia y todas las crisis que la precedieron o que la han seguido han sido demoledores. A uno es que le supera esta fatídica conjunción de astros que ha traído la peor clase política para el peor momento español y que le hace ir a las urnas como en un ejercicio de santidad.

Pero en medio de este panorama tan poco edificante hay una persona, un concejal del PP municipal de Bilbao que se llama Carlos García y que se ha puesto a elaborar una candidatura de su partido en Durango. A mí es que eso me parece que es tener una verdadera vocación política. Carlos se puso a calcular los votos que le costaría desalojar de esa Alcaldía y ese gobierno municipal a un Bildu que, por cierto, también lleva a un condenado por terrorismo en su lista para esa localidad, y planeó discretamente su equipo. Hizo lo que debe hacer un político: no desfallecer y plantar cara a la dura realidad.

Carlos vivió toda su juventud con protección policial; se comprometió con el movimiento cívico; se zampó luego todas las tensiones de su partido y eso no le ha quemado. Al contrario, ha confeccionado una lista de unidad incluyendo en ella unos cuantos nombres significativos de la resistencia constitucionalista como Regina Otaola, María José Basagoiti o Daniel Portero, el hijo del fiscal general de Andalucía asesinado por ETA. Yo no sé de dónde ha sacado la ilusión Carlos García; las ganas de urdir ese listado llamando a unos y a otros en un tiempo como éste de apatía y grisura. Le oigo hablar y compruebo que mantiene la temperatura emocional de los años en que hubo todavía esperanza para este país.

No sé cómo lo ha hecho y le tengo que pedir su receta. Sé que contrasta con el panorama general; con la España del populismo y del tacticismo como únicas opciones. Lo dijo Machado:»Qué difícil es/ cuando todo baja/ no bajar también». Carlos no ha bajado. Yo a él le votaría por encima de los partidos. Siento no estar empadronado en Durango para poder darle mi voto. Lo tendría de manera incondicional.