Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

  • No hay que olvidar que el monto total de la deuda aumenta sin parar, empujado por unos déficits que se producen sin descanso a lo largo de los últimos 18 años

Alo largo de la última semana hemos tenido noticias muy dispares sobre la situación presente de las cuentas públicas y sobre su previsible evolución en el próximo futuro. No solo. También hemos debatido sobre las implicaciones que tendrá para nosotros las exigencias europeas al respecto, que pueden cambiar mucho dada la actual composición política del Parlamento, en donde ha aumentado considerablemente el peso de los partidos de ultraderecha, que habitualmente se muestran más ‘sensibles’ con esto de la ortodoxia financiera de los Estados miembros. Como suele suceder, la visión más optimista la presenta el Gobierno, con una previsión de crecimiento considerada por la propia AIReF como «demasiado optimista». Un crecimiento que aportaría una nueva mejora en los ingresos fiscales, lo que permitiría reducir el déficit público y minorar la deuda acumulada.

El Gobierno considera que todo evoluciona a la perfección y que la deuda decrece. Es cierto que lo hace, pero solo si nos fijamos en la ratio sobre el PIB. Como este crece más que la deuda, el porcentaje disminuye. Pero no hay que olvidar que el monto total de la deuda aumenta sin parar, empujado por unos déficits que se producen sin descanso a lo largo de los últimos 18 años. En efecto, y según los cálculos del Banco de España, el incremento interanual registrado en el pasado mes de mayo fue del 3,8%, lo que se traduce en nada menos que 58.500 millones de euros. Si hemos necesitado endeudarnos en esa cantidad en solo doce meses, es muy difícil sostener que nuestras deudas se reducen, por más que la versión oficial lo proclame.

En términos mensuales la deuda se redujo en el mes de mayo, pero ahí también se produce un hecho curioso. El esfuerzo íntegro de reducción lo realiza la administración central, porque las comunidades autónomas incrementaron sus deudas. ¿Tiene algo que ver esa desaprensiva actitud con el hecho de que se esté discutiendo -con muy escasas probabilidades de llegar a un acuerdo-, el nuevo sistema de financiación? ¿Podríamos decir que las CC AA están estropeando su situación actual para defender mejor la general queja de la infrafinanciación o eso es ser demasiado mal pensado? ¿Esperan todas que el maná del Estado les proteja de la tormenta? Eso sí que es seguro.

La AIReF teme que la regla del gasto se incumpla, por culpa del desborde de los gastos

En resumen, por un lado tenemos al Gobierno que confía la buena marcha de la actividad y espera que ésta le provea de los recursos necesarios para mostrarse magnánimo con las CC AA y conseguir satisfacer a los catalanes, regándoles de dinero nuevo y perdonando las deudas viejas. Y, por el otro tenemos a la AIReF que teme que la regla del gasto se incumpla, por culpa del desborde de los gastos y a pesar de la buena evolución de los ingresos.

El objetivo de la regla del gasto se sitúa en un 2,6% y sus previsiones apuntan a un 4,6% a finales de año para la Administración Central, que no puede esperar la ayuda de las CC AA en este esfuerzo de contención. Alcanzar este objetivo es importante y a la vez difícil. La importancia dependerá del rigor europeo. Las primeras impresiones del Eurogrupo no permiten ser optimistas a los ‘adoradores del gasto’ pues más bien parece que extremarán el rigor de sus exigencias y el tamaño del castigo a los incumplidores. Y es difícil porque la propia AIReF calcula que alcanzar el compromiso exigiría reducir el gasto en 11.000 millones. Una cifra enorme que además es probable que deba establecerse en la segunda mitad del año en medio de las brumas de un ambiente preelectoral.

Así que ojalá que acierte el Gobierno, ojalá que la actividad se mantenga firme y provea de recursos cuantiosos, ojalá que los catalanes se conformen con recibir unos regalos que eviten agravios cuantiosos y calmen a las demás CC AA, y ojalá que podamos así cumplir con la regla del gasto y evitar las sanciones europeas. ¿Muchos deseos? Bueno, ya casi estamos en Navidad, ¿no?