Si el PP gana la Alcaldía de Vitoria, será ahí donde se plantee un panorama más clarificador del equilibrio de fuerzas en el País Vasco y donde se pueda apoyar el popular Basagoiti para pelear por la recuperación del liderazgo en Alava. Que ahora, dicen, lo van a reclamar.
Será síntoma de normalidad «que todos puedan pactar con todos», como sostuvo ayer el lehendakari en una entrevista electoral. Por eso todavía falta mucho, aquí en Euskadi, para que se pueda dar ese cuadro de pactos cruzados, y poder hablar de nuestra normalidad. A pesar de que Euskadi es diferente (aquí Bildu interesa porque condicionará el mapa postelectoral, en el resto de España no es un tema mayor) la procesión de los partidos discurre silenciosa pensando ya en las alianzas en diputaciones y ayuntamientos. Entre bambalinas, claro. Sin reconocerlo. Aprovechan los entreactos para sumergirse en sus «sondeos de intención».
En España en general, dos bailarines se están marcando un tango. Pero en Euskadi, existe toda una samba de siglas que están poniendo en suerte el liderazgo de algunos puntos estratégicos que definirán el reparto de la hegemonía política. Sobre todo Guipúzcoa, en donde Bildu ya ha dejado su consigna sobre la mesa. Si el PNV no suma con Hamaikabat ¿con quién querría pactar con tal de que Markel Olano siga en el timón del poder foral? Para gobernar la Diputación la nueva Batasuna está dispuesta a pactar «hasta con el diablo colorado» (Martín Garitano dixit).
Todo dependerá de los resultados. Pero, salvo el PP, todos los demás se visten de Prada, dispuestos a dejar abiertas las múltiples alianzas. Barra libre. Por si acaso ayer el lehendakari quiso marcar terreno para evitar especulaciones en sus propias filas y descartó pactar con Bildu. Les falta «práctica democrática» -dijo- para marcar sus intenciones. Sin embargo, a Patxi López no le cuesta imaginar al PNV pactando con la izquierda abertzale recién legalizada. Nadie quiere hablar de sus planes pero se prodigan en aventurar los de sus adversarios. Le ocurrió a Urkullu, que ha evitado hablar de pactos electorales, sobre todo de los suyos. Comenzó ‘enredando’ con su proclamación de que el PSE y PP mantendrían su pacto de gobierno del cambio y ha terminado pidiendo a los demás que «no enreden» con los planes de su partido.
Además de la Diputación guipuzcoana, los ayuntamientos de las tres capitales vascas (dos socialistas y uno PNV) pueden experimentar un movimiento de piezas que refleje con más precisión la pluralidad política vasca. En Bilbao, su alcalde Iñaki Azkuna se permite dejar la puerta abierta a Bildu porque en el fondo sabe que si las encuestas no engañan, no los va a necesitar. En San Sebastián Odón Elorza, ese verso suelto del PSE, ya habrá tomado nota de la reflexión del lehendakari sobre la inmadurez democrática de Bildu, mientras nota que su silla peligra porque se la quieren mover hasta los socios del lehendakari.
Y si el PP gana la Alcaldía de Vitoria, será en la capital alavesa donde se plantee un panorama más clarificador en el equilibrio de fuerzas y donde se pueda apoyar el popular Basagoiti para pelear por la recuperación del liderazgo en Alava. Que ahora, dicen, lo van a reclamar. Si su partido resulta ganador en el resto de España, le resultará más fácil.