EL MUNDO – 31/03/15
· El nacionalismo independentista catalán aprovechó ayer el parón político que conlleva el comienzo de la Semana Santa para atraer de nuevo hacia sí todos los focos, a la vista de que el apoyo a su estrategia de ruptura institucional se debilita ante su opinión pública más adicta cuando se espacian en el tiempo los anuncios desafiantes o las declaraciones grandilocuentes. Ahí están los datos de las encuestas más recientes, que subrayan que los contrarios a la independencia habrían superado a sus partidarios, sugiriendo un declive que se habría iniciado tras la mascarada del 9-N. La entelequia que se esconde tras el proyecto soberanista sobrevive en el caldo de cultivo de la tensión y el enfrentamiento. En ese juego peligroso e irresponsable, cuyo único final cierto será el de la frustración y la fractura social, Convergència y Esquerra alcanzaron un nuevo hito.
Los partidos de Artur Mas y Oriol Junqueras publicitaron una «hoja de ruta unitaria» para la que han logrado el apoyo de las organizaciones civiles que, con su capacidad de movilización, han conseguido un papel tutelador del proceso independentista que es intolerable por impropio de una democracia representativa: principalmente, la llamada Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural. El texto implica el compromiso de que Convergència y Esquerra dejen claro en su programa que votarles significa un sí a la independencia y que, si ganan, pondrán en marcha una Constitución que estará lista en 10 meses desde las elecciones del 27 de septiembre. Una vez respaldada en referéndum, conducirá a la proclamación de la República catalana antes de año y medio: en la primavera de 2017.
Resulta inconcebible en un Estado moderno esta manifestación de deslealtad, que se materializa en un planteamiento que es una falta de respeto y un chantaje emocional a los ciudadanos catalanes: o con nosotros o contra Cataluña, se les dice. Artur Mas respira por los poros de su desastre electoral en 2012 y, en su huida hacia adelante, egoísta e insolidaria, quiere arrastrar hacia el precipicio de la inestabilidad política a toda España. La renuncia a la lista única y, por tanto, eventualmente al liderazgo del proceso tras las elecciones se explica sólo porque los últimos sondeos vuelven a darle por delante de Esquerra.
Sin embargo, a Mas pueden fallarle los cálculos electorales. La irrupción de Podemos y la revitalización de Ciudadanos suponen dos opciones para quienes buscan alternativas desde la izquierda y el centro al independentismo. Además, si finalmente Unió se desmarca del proceso soberanista, la sangría de votos podría ser mayor aún. Duran i Lleida dejó claro hace apenas 15 días que no quiere oír hablar de un Estado catalán e incluso amagó con la creación de un nuevo movimiento político que recogiera las aspiraciones moderadas del catalanismo. La formación democristiana no está entre los firmantes de la hoja de ruta y éste es el primer paso para la ruptura de CiU.
En los últimos puntos del plan se hace referencia al inicio de negociaciones con la UE. Mas y Junqueras siguen engañándose a sí mismos. Ambos son conscientes de que la comunidad internacional no reconocerá la declaración unilateral de independencia que pretenden, por más que intenten utilizar como un precedente el caso de Kosovo. Bruselas ha dejado claro en más de una ocasión que una hipotética Cataluña independiente quedaría excluida automáticamente de la zona euro, abandonando a esa nueva arcadia al aislamiento político y económico.