EL MUNDO – 28/02/16
· Arnaldo Otegi Mondragón (Elgoibar, 1958) debió de darle muchas vueltas a la imagen más sorprendente que se ha producido en la política vasca desde que en octubre de 2009 fue detenido y encarcelado.
· Una enorme pancarta en la catedral del fútbol, en el reluciente San Mamés, aireaba la voluntad de la corriente crítica de Sortu de contrariar el liderazgo de la izquierda abertzale revitalizada tras su legalización en 2011. Con la imagen presente del 24 de enero en San Mamés y consciente de los retos políticos que afronta una izquierda abertzale en plena ebullición, Otegi arrancará el martes junto a la cárcel de Logroño su tercera carrera electoral con el objetivo de atrapar a sus 100.000 votantes que el 20-D confiaron en Podemos.
Sortu –las siglas que aglutinaron con los estatutos redactados por Iñigo Iruin a la ilegalizada Batasuna– mima el regreso de Otegi. Tras el cumplimiento íntegro de los seis años y medio por los que fue condenado por una polémica sentencia de la Audiencia Nacional –luego ratificada por el Tribunal Supremo en el caso Bateragune (punto de encuentro)–, Otegi será de nuevo la imagen de un movimiento político que durante estas semanas afronta su penúltimo ejercicio de actualización con debates en un centenar de asambleas locales. «Tejer un proyecto nacional no nacionalista», como resumía el presidente de Sortu, Hasier Arraiz, el pasado 21 de febrero.
Otegi será el encargado a partir del próximo martes de afrontar un triple reto: contrarrestar el riesgo de división interna tras consolidarse el sector crítico que exige una amnistía de los más de 400 presos y coquetea con la reanudación de la violencia, liderar una transformación interna que abra EH Bildu a los ciudadanos no independentistas y recuperar músculo electoral frente a la irrupción de Podemos, que cada día se consolida como la segunda fuerza política en el País Vasco.
Todo esta preparado en Logroño y Elgóibar el martes pero, sobre todo, para que en Anoeta el sábado se envuelva al aún preso 8719600510 con la propaganda con la que la izquierda abertzale sostiene que el final del terrorismo etarra fue un proceso «unilateral» que, primero en los acuerdos de Lizarra-Garazi, y después en las conversaciones de Loiola, tuvo en Otegi a su mayor protagonista, y no una derrota lograda detención tras detención por las Fuerzas de Seguridad y el paulatino rechazo social.
Y ese protagonismo con retrovisor constituye la cara y la cruz para el liderazgo inmediato de quien fuera miembro del comando Moreno Bergaretxe de ETA político-militar, integrante de ETA después, del refugiado en Biarritz y del dirigente de Batasuna que llegó al Parlamento vasco en 1994 de rebote para asumir el liderazgo que le ha reconocido –incluso en prisión– la izquierda abertzale durante los últimos 22 años. Porque tras un breve período de vacaciones fuera del País Vasco, Otegi se integrará como secretario general de Sortu en la Mesa Política que comparten los dirigentes de EA, Aralar y Alternatiba que en 2011 crearon EH Bildu. Y, a renglón seguido, con la mirada atenta a los gestos del impertérrito Iñigo Urkullu, la Mesa Política propondrá la candidatura de Otegi a sus bases para que ratifiquen una designación cantada desde que a mediados del pasado mes de enero corrió el rumor de que Otegi había dado su visto bueno para medirse con Urkullu, Idoia Mendia (PSE-EE) y Alfonso Alonso (PP) en las urnas el próximo mes de octubre.
«Otegi tiene por su trayectoria una auctoritas reconocido en la militancia más radical y, en ese mundo, se puede interpretar que la historia le debe a Otegi el liderazgo interno y la oportunidad de ser lehendakari», interpreta Fabio González, sociólogo y coordinador del grupo Iritzi y uno de los representantes del grupo de jóvenes analistas de la política vasca.
Grupos como Amnistia Ta Askatasuna (Aministía y Libertad) o el Movimiento Pro Amnistía y Contra la Regresión aglutinan apoyos en la calle y en las redes sociales contra la propuesta realizada por la actual dirección de propiciar una reinserción de los presos individualizada sin exigir una amnistía general, mientras se mantiene la presión política de la mano del Gobierno de Urkullu para facilitar el traslado de todos los etarras a la nueva cárcel alavesa de Zaballa.
Ese papel de Otegi de activo para «apretar de nuevo las filas» también es evidente para Alfredo Retortillo, profesor de Ciencia Política de la UPV, miembro del equipo del Euskobarómetro y colaborador habitual en la televisión vasca en todas las citas electorales. «Otegi es muy importante para solventar la situación de duda y de crisis interna que Bildu muestra y que hubiera tenido por su propia evolución al margen de cómo le ha afectado un competidor directo en Euskadi como Podemos. Esa vuelta a las esencias con la que se puede interpretar el protagonismo de Otegi tiene un gran valor interno, pero me cuesta creer que como candidato sea atractivo para ciudadanos que se identifican con Podemos por otras cosas», advierte Retortillo en una reflexión que también se reconoce en el seno de EH Bildu.
Transformación que en el seno organizativo de la izquierda abertzale también tendrá consecuencias. El «proyecto estratégico» conformado en 2011 por Sortu, Eusko Alkartasuna y Alternatiba y al que luego se sumó Aralar facilitó la creación de una coalición electoral bajo la denominación de Bildu y EH Bildu con la que se han presentado en las elecciones celebradas en los últimos cinco años. Pero durante este lustro también se ha desarrollado una estructura propia como EH Bildu que ahora pretende convertirse en el instrumento para incorporar a nuevos simpatizantes ajenos a las marcas que la crearon. «EH Building es construir una nueva Euskal Herria», señalaba Arraiz en el artículo ya citado y convertido en el resumen-guía para su militancia que estos días debate sobre estos cambios internos.
Y es que el varapalo sufrido por la izquierda abertzale en las municipales y forales de 2015 (perdieron en favor del PNV las instituciones más importantes de Guipúzcoa y decenas de ayuntamientos) obligó a una «profunda y serena reflexión», en palabras de Arraiz. Casi un año después, los líderes de la izquierda abertzale presentarán ante Otegi como primeros logros de su estrategia la constitución del gobierno nacionalista en Navarra liderado por Uxue Barkos, la expulsión del popular Javier Maroto en Vitoria al ser sustituido por Gorka Urtaran (PNV) y hasta el intento de abrir una vía de diálogo con Arantza Quiroga antes de que la presidenta del PP vasco abandonara, al ser desautorizada por su partido.
Si Otegi aplaca a su militancia crítica y es capaz de aclarar el carácter pretendidamente abierto de EH Bildu, ya sólo tendrá que volcarse en una larga campaña electoral en la que el PNV de Urkullu parte con ventaja. Y en la que Podemos, quizá inflado de expectativas, se examina en el País Vasco. Aunque expertos como el profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la UPV Ander Gutiérrez-Solana consideran que el partido de Pablo Iglesias es mucho más que una burbuja electoral. «Podemos es más que una enorme fuerza electoral porque en Euskadi también hubo un 15-M, hay un potente movimiento social y los 16.000 inscritos en apenas año y medio en Podemos-Euskadi constatan su fortaleza», defiende uno de los analistas que mejor conocen un movimiento tan complejo en el País Vasco que en las elecciones internas de marzo se enfrentarán a cinco candidaturas diferentes.
«La sociedad ha cambiado», constatan los tres expertos consultados. En un País Vasco que «ha pasado página» sobre el terrorismo etarra y en el que el PNV ha bajado, de momento, el diapasón del independentismo por el mucho más light concepto del «derecho a decidir», el regreso de Otegi centra todas las miradas. «Sólo piensa en política y está deseando salir porque está como un león enjaulado con ganas, muchas ganas», confesaba una de las personas que le han visitado recientemente en prisión. La cuenta atrás está a punto de llegar a su final.
EL MUNDO – 28/02/16