Opinión, EL MUNDO, 28/6/11
OTEGI y otros siete líderes de la órbita de Batasuna se volvieron a sentar ayer en el banquillo, esta vez acusados de haber intentado reconstruir el brazo político de ETA bajo la marca blanca Bateragune. La Fiscalía sostiene que sus pasos estaban diseñados y tutelados por la banda terrorista. Por su parte, Otegi aprovechó su intervención para desmarcarse de la «estrategia que combinaba la violencia armada con la lucha política» y reiteró que la apuesta de la izquierda abertzale ahora son las vías «de corte pacífico y democrático», atribuyéndose a sí mismo el éxito electoral de Bildu. Pero lo único que tendría interés escucharle es lo que se niega a exigirle a ETA: su disolución y sin condiciones. Por ello, carece de la mínima credibilidad. Lo peor es que esa supuesta ruptura con el pasado de la que presume fue también la que llevó al Constitucional a permitir a Bildu presentarse a las elecciones. Y ese mismo argumento el TC lo volverá a barajar cuando estudie el recurso de Sortu, que ayer admitió a trámite. Un terrible y fácil coladero por el que los batasunos, incluido Otegi, han visto el modo de redimirse.
Opinión, EL MUNDO, 28/6/11