Otra vez tarde

ABC 07/11/15
LUIS VENTOSO

· El lunes el Parlamento catalán aprobará la ruptura con España

Apriori, la melodía de «proporcionalidad y prudencia» que entona el Gobierno ante el golpismo civil separatista suena muy razonable. Pero Maquiavelo, aquel inteligentísimo cabroncete del Renacimiento, que tenía más conchas que un galápago, ya advirtió que un gobernante «nunca debe permitir un desorden para evitar un conflicto». Y mucho de eso hay en los titubeos ante la rebelión nacionalista.

Para evitar lo que en cansina expresión llamamos «el choque de trenes», se ha ido dejando hacer a los separatistas, que lógicamente se han animado al constatar que nuestras leyes democráticas y el sentido común ya no constituyen barreras infranqueables. Primero, en una actuación sin parangón en el mundo, prohibieron los rótulos en español, uno de los dos idiomas oficiales y el más hablado, e ignoraron las sentencias sobre la escolarización en castellano. Pero se dejó hacer: proporcionalidad y prudencia. Luego, se inventaron un insólito Estatut que pretendía lo inaudito, la instancia autonómica venía a dibujar cómo debía ser el Estado, fijándole incluso obligaciones de gasto. Pero el inenarrable Zapatero, cuya responsabilidad en esta galerna es imperdonable, les dio alas proclamando que aceptaría «todo texto que viniese de Cataluña». Proporcionalidad y prudencia a saco.

Hace justo un año, Mas convocó un referéndum. Tras mucho meditar, Rajoy se acogió a la «proporcionalidad y prudencia» y permitió que se colocasen las urnas. El Gobierno separatista incluso obligó a abrir los colegios públicos para las votaciones. En La Moncloa se ufanaron de su astucia: la consulta se había quedado en una farsa y Rajoy había vadeado de nuevo el choque de trenes. No comparto tan complaciente lectura. Para evitar un conflicto se permitió un desorden, que diría Maquiavelo. Dos millones de personas depositaron sus votos en unas urnas que incluso sin validez poseían enorme carga simbólica. Cierto que luego llegaron el Constitucional y las denuncias, pero para entonces Mas ya había celebrado su amago de referéndum. Había probado que se puede ir toreando al Estado. El siguiente paso en la crecida llega ahora: el lunes proclamarán en el Parlamento autonómico que han roto nuestro Estado y con nuestra democracia. El Gobierno advierte muy serio que recurrirá «al minuto». También lo hará el TC. Pero para entonces los sediciosos habrán demostrado una vez más que es posible hacer la goma con las leyes. Una abrumadora mayoría de españoles se sentirán frustrados al constatar el poco pulso con que se defienden su nación, sus libertades y sus leyes. El «sentimiento» separatista no es el único. Millones de españoles se sienten humillados, saturados y ofendidos por una sinrazón perdonavidas ante la que nuestros dirigentes parecen siempre medrosos y a rebufo. Había salidas legales para evitar que llegasen tan lejos.

El TC y los más preclaros juristas explican que no se podía frenar la actuación sediciosa del Parlament porque no se producirá hasta el lunes. En la canícula del próximo verano, cuando los picoletos vean a un paisano con tres garrafas de gasofa y una mecha monte arriba, ya saben: déjenlo ir, ni pensar en detenerlo hasta que esté quemando el monte. Proporcionalidad y prudencia.