TEODORO LEÓN GROSS-ABC

  • A la vista está, como entonces, el temblor de rodillas en el PP

A cuatro días de las urnas gallegas se intuye el vértigo del 23-J, que para la derecha, de consumarse el fiasco, amenaza con una suerte de Síndrome de la Última Semana. A la vista está, como entonces, el temblor de rodillas en el PP y la euforia desatada en el PSOE y sus socios con la consigna de «sí se puede». Y ahí está el mismo esquema: un hecho disruptivo capaz de alterar las corrientes de la campaña, en este caso el ‘off the record’ de Feijóo; la mala planificación estratégica de la respuesta para neutralizar la onda expansiva; la coordinación socialista tocando a degüello para lanzarse la jauría a por la presa con dos o tres eslóganes dinamiteros, y ahí María Jesús Montero, Félix Bolaños, Óscar Puente, Pilar Alegría y uno tras otro sin el menor pudor; el apoyo mediático de la sanchosfera haciendo los coros en portadas y editoriales para viralizar esos eslóganes en tertulias y redes; un CIS de Tezanos para avalar el clima de «hay partido»; y todos los socios del Frankenstein en la coreografía. Así se construye un 23J.

En el PP apenas disimulan los nervios. Ciertamente Michavila tiene más credibilidad que Tezanos y Galicia es muy estable, pero ahí está el 23-J con la volatilidad de la última semana. Y hay dos factores que complican las cosas: esta vez no se trata de una campaña ficticia orquestada por Moncloa como el 23-J contra «las mentiras de Feijóo» (fascinante viniendo del sanchismo), sino un error mayúsculo del propio Feijoo dándose un tiro en el pie; pero además en el PP saben que ellos sólo pueden controlar parcialmente la respuesta porque la operación de ‘agit-prop’ no se dirige al votante del PP sino a movilizar al electorado de la izquierda y la extrema derecha. Si funciona y Vox se acerca al 5 por ciento y/o Sumar a un par de diputados, no es descartable que triunfen. En definitiva, lo que separa el éxito de la mayoría de la mayoría absoluta y el fracaso de otro gobierno nacionalpopulista son dos escaños.

El error de Feijóo no es menor. La información facilitada nunca debió ser abierta sino cerrada, esto es, no «valoramos la amnistía durante 24h» sino «rechazamos la amnistía en sólo 24h», y otro tanto sobre los indultos. Es lo mismo, pero muy diferente. El PP no tomó los mandos con ese ‘off the record’ sino que perdió el control entregándoselo a la maquinaria sanchista. Y en Moncloa son buenísimos en esto, sin ninguna clase de escrúpulos. Ahí están vendiendo la gravedad apocalíptica de que el PP hablase con Junts, mientras ellos pactaban fuera de España con el prófugo nada menos que la amnistía, el relato indepe, el ‘lawfare’ y una agenda opaca. El desahogo de la izquierda resulta estupefaciente: los tipos que consideraban el 1-O como rebelión inamnistiable, con un veto indeclinable a Otegi o Puigdemont, dando lecciones de coherencia ética. Pero a Feijóo se le atragantan las campañas y a Sánchez le excitan su instinto depredador.