ABC 16/02/16
EDITORIAL
· Es un drama que Iglesias esté usurpando a Sánchez el mandato recibido del Rey y quiera derogar a capricho el espíritu constitucional
EL documento de gobierno presentado ayer por Pablo Iglesias a Pedro Sánchez incluye la celebración de un referéndum sobre la independencia de Cataluña como condición «imprescindible» previa a un acuerdo de investidura. Si el PSOE se atiene a lo que su Comité Federal acordó, Sánchez no podrá ceder a esa exigencia, fracasará en su empeño y se reavivará la expectativa de nuevas elecciones. Pero se ha propuesto ser presidente a toda costa. No es suficiente que el PSOE replique a Iglesias con un «Pablo, no sabes dónde estás», si en cuestión de horas ambos se reúnen para pactar sobre programas que objetivamente son antagónicos. Nadie sabe aún a ciencia cierta si Podemos quiere realmente cerrar un pacto de gobierno con los socialistas o si quiere engullirlos con otros comicios. Pero, mientras se aclara, Iglesias juega al despiste, enfría las expectativas, acapara la atención mediática de modo casi mesiánico y sobreactúa humillando e irritando al PSOE. El líder de Podemos volvió a recurrir al tono dominante y despectivo con los socialistas para restringir así su margen de maniobra. Iglesias impone y Sánchez encaja, como si se tratase de un lastimoso juego de ninguneo basado en la falta de respeto a un partido de 140 años.
El PSOE cometerá un error de consecuencias imprevisibles si cede al chantaje de Podemos y pone en sus manos una vicepresidencia blindada, similar a una «comisaría política», en la que acapare el control del CNI, el BOE, el CIS, la radiotelevisión pública o la «Oficina de Derechos Humanos del Gobierno» para controlar el «rescate social». Iglesias pretende ser el motor del gobierno, con un control absoluto sobre las cuentas para ampliar el gasto público en 96.000 millones sin tener presente el objetivo de déficit, y subiendo drásticamente los impuestos a la clase media en España. Ese es el plan que a día de hoy parece aceptar Sánchez, convertido por Iglesias en un presidente ornamental, por más que haga aspavientos de supuesta indignación.
El referéndum secesionista que el «Ministerio de Plurinacionalidad» de Iglesias pretende autorizar en Cataluña no puede ser negociable en ningún caso. Si Sánchez cede, perderá toda credibilidad y su partido lo vetará. A día de hoy, las posturas entre Podemos y el PSOE han vuelto a tensarse, aunque también es legítimo sospechar que tienen un acuerdo ya cerrado, y que estas discrepancias obedecen a una simple puesta en escena teatral con tintes falsamente dramáticos. Ocurra lo que ocurra, para el PSOE, y para España, es un drama que Iglesias esté usurpando a Sánchez el mandato recibido del Rey, nombre ministros y secretarios de Estado en la sombra, derogue el espíritu constitucional por decreto y se mofe de millones de españoles. Permitirle templar y mandar a capricho no es de recibo.