IGNACIO MARCO-GARDOQUI-El Correo

El jueves asistimos a uno de los más exigentes ejercicios de equilibrio del maestro equilibrista Pedro Sánchez. Siento de verdad hablar de él día sí y día también, le aseguro que me cansa tanto como a usted, pero es que da motivos permanentes que obligan a hacerlo. El caso es que, mientras firmaba el jueves, con la solemnidad que el acto merecía, la renovación del acuerdo sobre el Cupo, alcanzaba con EH Bildu otro acuerdo para extender las reglas del Concierto a los nuevos impuestos programados. El resultado es idéntico para el ciudadano vasco, pero las formas no y ya sabe que aquí, aparte de dinero, se disputan protagonismos y liderazgos. El tema tiene muchas aristas. Por ejemplo, ¿no le sorprende a usted que sigamos utilizando como referencia de la aportación vasca a la caja común el 6,24%, que era el porcentaje que suponía la economía vasca en el conjunto del Estado cuando se firmó el Concierto, a pesar de que el INE asegura que hoy en día se ha reducido hasta el 5,93%? ¿A qué es debida semejante disfunción?

Hay quien dice que es por solidaridad. Es cierto que los vascos somos gente solidaria, pero lo somos más con ‘los nuestros’ que con los ‘vuestros’. Otros dicen que, lo perdido por culpa de ese exceso de aportación, lo ganamos con el defecto que caracteriza el cálculo del Cupo. Una cuestión esencial que nunca ha quedado bien demostrada por culpa de la complejidad intrínseca del cálculo. Aquí ha aparecido un asunto nuevo. Según crece el déficit de la Seguridad Social (sostenido por todos los españoles) y aumenta la aportación de los Presupuestos Generales (nosotros aportamos el Cupo), se produce un desequilibrio a nuestro favor, si el Cupo no aumenta en la misma proporción que crece el déficit. Lo cual no será así, dado el carácter eminentemente político en que se ha convertido el cierre de las negociaciones para su renovación que lo dejan al margen. Y, por último, hay malvados que opinan que se trata de mantener el dogma de que autonomía y nacionalismo son sinónimos de crecimiento y desarrollo, a pesar de las evidencias estadísticas que muestran que otros crecen más con menos autonomía y ausencia de nacionalismo.

Total, que Bildu saca pecho y muestra su cara pactista y su utilidad en Madrid; le mete el dedo en el ojo al PNV, quien se sube por las paredes; Pedro Sánchez obtiene el voto de ambos y todo ello mientras crece el resquemor ante la sospecha de un incremento de la financiación al País Vasco por parte del resto. ¡No me dirán que no es otra jugada maravillosa!