Hermann Tertsch, ABC, 27/4/12
Creen ustedes que con este plan podrán romper la unidad del frente etarra en las cárceles. No será así
EL ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, anuncia lo que llama «un programa integral para presos por delitos de terrorismo para facilitar su reinserción y evitar su radicalización en las cárceles». Dice su Ministerio que el plan está dirigido a presos de ETA, de los Grapo y de grupos yihadistas y el crimen organizado. Y nos cuenta que los terroristas presos que quieran acogerse al plan han de mostrar voluntad de dejar atrás el terrorismo de forma «clara, solemne y pública». Acogerse al plan es «una condición necesaria, pero no suficiente» para el acercamiento de los presos de ETA al País Vasco. Deberán cumplir el resto de los requisitos de la ley penitenciaria. ¿A qué viene esto? ¿A qué tanta prisa? Son muchas las preguntas que se antojan pertinentes para un ministro que desde el día que llegó al cargo, o desde el día que tuvo aquella sorprendente entrevista con Rodríguez Zapatero, da la angustiosa sensación de estar con prisa en «la cuestión de ETA». Con una prisa inexplicable o desde luego inexplicada en él. Porque esa prisa es lógica en los partícipes en los acuerdos entre el Gobierno Zapatero y ETA. Esos acuerdos que constituyen probablemente la peor infamia de las muchas cometidas en ese octenio negro de gobierno. Es comprensible que Patxi López, Urkullu, los consabidos eguigurenes y aizpeoleas tengan ansias de que «pase algo ya con los presos». Y por supuesto ETA y su gente en la cárcel, véase Otegi y Díaz Usabiaga. Unos y otros cuentan con que la libertad, sí señor ministro, la libertad para los presos, sea un hito más en este proceso soberanista. En el que algunos socialistas son hoy tan activos ya como los etarras. Y el PNV no quiere quedar al margen de la fiesta de esa izquierda abertzale con los socialistas y ETA. Aún no le atribuye nadie mala fe, señor ministro, con este innecesario, inútil e inoportuno plan que sólo anima a los peores. No se le equipara con los artífices de los acuerdos que han llevado a los asesinos a cargos de poder y de honor, han legitimado medio siglo de terror y han dado fuerza y argumentos al mayor reto imaginable a la soberanía e integridad de España. Pero muchos ya se sienten engañados. No entienden sus prisas. Creen ustedes que con este plan podrán romper la unidad del frente etarra en las cárceles. No será así. Porque salvo casos aislados que tenían siempre el camino de la reinserción abierta, los etarras creen hoy poder retornar como triunfadores. Con el reto soberanista ahora abierto, no habrá arrepentimiento público. Sería lo contrario a la reinserción. Quienes lo hicieran quedarían aislados. Porque los etarras no requieren reinserción en una sociedad que cree ahora que ETA logra sus objetivos. Tienen asegurado el trato de héroes. Y se lo otorgarán, por miedo, hasta quienes los odien. No, con estas medidas inútiles e innecesarias no pone en peligro la unidad de los etarras, sino la nuestra, la de víctimas y demócratas. Dicen que Rajoy está molesto con las reacciones al plan. Insiste en que «no hay ningún beneficio penitenciario ni diálogo con ETA». ¿Qué sentido sino el mensaje del beneficio al preso puede tener este anuncio tan solemne de un plan integral? Yo no creo que haya diálogo hoy con ETA. Más creo en los siniestros compromisos sobreentendidos. Se ha interiorizado en parte del PP un pensamiento débil, ansias de armonía y pragmatismo amoral, con origen en la izquierda nacionalista. Mal hecho. Porque este plan no funcionará. Salvo si tuviera la sola función de cobertura de una salida escalonada y pactada de los presos. Pero en eso no queremos ni pensar, señor ministro, señor Rajoy.
Hermann Tertsch, ABC, 27/4/12