Luis Ventoso-ABC

  • La mayoría de los días el vicepresidente y su mujer la ministra carecen de agenda

La pareja Iglesias-Montero es la única de Occidente que comparte asiento en un consejo de ministros. La muy feminista Irene Montero entró en Podemos como jefa de gabinete del líder. Con el trato florece el amor y a partir de ahí el también muy feminista Iglesias la promociona a la manera machista más clásica, trasladando a su anterior pareja, Tania Sánchez, a un escaño en el gallinero del Congreso una vez perdido el favor romántico y apartando a Errejón para promocionar a su nuevo amor, Irene. La extrema debilidad de Sánchez tras las elecciones, donde Mi Persona fabulaba con una mayoría absoluta, lo deja en brazos de Podemos. Así que aunque le provocaban «insomnio», los mete en el Gobierno en menos de 24 horas. Champán en el resort de Galapagar: pomposa tarjeta de vicepresidente primero y ministro de Asuntos Sociales y Agenda 2030 para don Pablo, con sueldo de 80.000 euros anuales, que a su vez coloca como ministra de Igualdad a su mujer, con salario de 74.800 euros. Toda la familia vive del Gobierno. Una bicoca, pues como vamos a demostrar, no trabajan, más allá de las intrigas contra el orden constitucional, los bolos televisivos y algunas puñetitas al PSOE para conservar su vitola de izquierda fetén.

Los ministerios de Pablo e Irene son una creación artificial, secretarías de Estado infladas de manera innecesaria para que Sánchez les pagase su apoyo. El resultado es que carecen de contenido real, a pesar de los aspavientos mediáticos de sus titulares. Como resulta que -por ahora- vivimos en una democracia, cada día el Gobierno publica la agenda de sus integrantes. Al repasarla, la conclusión es evidente: Iglesias y Montero no dan palo al agua. Ni se molestan en disimular:

Lunes 9 de noviembre: nada, nuestro gallardo vicepresidente primero y nuestra heroica ministra de Igualad no tienen ni un acto de agenda. Martes 10 de noviembre: nada. Miércoles 11 de noviembre: hoy sí hacen algo, acudir al debate de Presupuestos, porque están obligados por razón de cargo. Pero llega el jueves 12: nada. Y el viernes 13: nada. Sábado y domingo, por supuesto, nada de nada. El lunes 16: nada. Es decir, en ocho días no han tenido más agenda que acudir al Congreso a un debate. Martes 17: ¡albricias!, el vicepresidente primero hoy curra, tiene una reunión telemática con el presidente del Europarlamento, y ella acude al Senado. El miércoles 18, Pablo tiene sesión de control al Gobierno; Irene, nada. Jueves 19: Irene, nada; Pablo ha de acudir al Congreso a defender un decreto, se nos va a herniar con tanto esfuerzo… Pero por fortuna el viernes 20 Pablo ya no tiene nada; Irene sí, una videoconferencia europea, lo primero y último que hace en toda la semana. Sábado y domingo asueto total. Ayer, Pablo, nada; pero Irene sí tiene un importante acto en su agenda oficial como ministra de España: una entrevista en La Sextita (antaño TVE) en el programa de Cintora, amiguete del líder y leal aliado mediático.

Ministros que no hacen nada. Más allá de molestar y cobrar.