- El líder del PP admite que el acuerdo es «bueno» para España pero insiste en negar cualquier reconocimiento al presidente en su gestación.
Pablo ‘el Cicatero’
1. Pedro Sánchez se burló en repetidas ocasiones de Pablo Casado durante la sesión de ayer miércoles en el Congreso de los Diputados y le atribuyó el 0% del mérito por el acuerdo. «Su aportación a este gran logro colectivo europeo y español ha sido inexistente».
Pedro Sánchez insiste en escenificar un ambiente de enfrentamiento frontal con el PP y eso impide cualquier tipo de acercamiento público por parte de Casado que no obligue a un ejercicio de humillación. Ayer no fue la excepción y el líder del PP no tuvo que esforzarse demasiado en buscar motivos para su cicatería.
2. Los aplausos con los que Pedro Sánchez fue recibido este martes en Moncloa y que fueron convenientemente filtrados para su consumo televisivo por el área de comunicación del Gobierno rozaron lo estrambótico.
Ayer miércoles, Pedro Sánchez volvió a ser recibido entre aplausos por el PSOE en el Congreso de los Diputados en una nueva escenificación de culto al líder impropia de la grave situación por la que atraviesa el país. El simple hecho de que España haya tenido que pedir el rescate de su economía es una derrota para el país.
Si el PSOE hubiera forzado menos la nota y prescindido de escenificaciones teatrales, Casado podría haber hecho algún reconocimiento discreto. Dada la adulación al presidente de un gobierno que ha fracasado en el control financiero y sanitario de la epidemia, el líder del PP optó por callar. ¿Quién puede reprochárselo?
3. La actitud del PP frente al acuerdo ha sido más cooperativa de lo que reconoce el Gobierno. Lo es en Europa desde hace meses. Y sólo hay que leer las declaraciones de eurodiputados del PP como Esteban González Pons para darse cuenta de ello.
El clima en el Parlamento Europeo es de colaboración prácticamente total entre PP, PSOE y Ciudadanos. Sin embargo, la alianza con Podemos y los acuerdos con los nacionalistas en el Congreso de los Diputados sitúan al PSOE en la marginalidad política y dificultan sobremanera cualquier tipo de acercamiento de la oposición en España.
Esa cooperación popular en Europa no ha sido siempre correspondida por el PSOE. El PP apoyó la candidatura de Nadia Calviño a la presidencia del Eurogrupo a pesar de que el PSOE había hecho todo lo contrario en 2017, cuando el candidato era Luis de Guindos.
Si el PSOE no reconoce el apoyo popular en Europa, ¿por qué debería el PP reconocer los méritos socialistas en España?
4. Pablo Casado no aplaudió ayer a Sánchez, pero reconoció que el acuerdo era bueno para España. Es un reconocimiento cicatero, pero reconocimiento al fin y al cabo.
Es también cierto que Casado reprochó a continuación al presidente no haber logrado un acuerdo mejor; que recordó que el pacto es una enmienda a la totalidad del programa de PSOE y Podemos; y que atribuyó todo el mérito de la negociación a tres mujeres del PPE, Angela Merkel, Ursula von der Leyen y Christine Lagarde.
Pero quizá sea ese todo el reconocimiento que un líder popular puede hacer al Gobierno mientras en él siga Podemos y el presidente siga negándose a una alianza con los partidos centrales del escenario político español: PP y Ciudadanos.
Pablo ‘el Ecuánime’
1. Si el acuerdo es bueno para España, si obliga al Gobierno a aplicar el tipo de reformas que desea el PP para España, y si ha sido muñido por políticos conservadores del PPE… ¿qué impide a Pablo Casado reconocer el mérito de un presidente socialista que, en línea con esa interpretación, ha rendido su programa electoral casi al completo y ha arriesgado con ello toda su política de alianzas?
Dicho de otra manera. Si la interpretación del acuerdo de Pablo Casado es la correcta, entonces Pedro Sánchez se ha jugado su presidencia por el bien de los españoles. Aplaudir al presidente del Gobierno sería prácticamente un aplauso de Casado a sí mismo. Porque el que se juega la cabeza durante los próximos meses si las ayudas no logran sacar al país de la crisis es, en fin, Sánchez.
2. La política son percepciones y un político que aspira a la máxima responsabilidad en su país debe aprender a tragarse determinados sapos en determinados momentos. Y eso implica aprender a escenificar en determinadas ocasiones el reconocimiento del rival aunque las circunstancias sean, o se consideren, inmerecidas.
Cuando ese reconocimiento es imposible, el político de mirada larga debe al menos esquivar la tentación de hacer leña del árbol caído.
José María Aznar cometió un error en 1993. Tratar de pedigüeño a Felipe González después de que este consiguiera una cantidad importante de ayudas de la UE tras las Olimpiadas del año anterior en Barcelona. Es difícil saber hasta qué punto mermó eso las posibilidades electorales de Aznar en las siguientes elecciones generales, pero es fácil adivinar que no contribuyó en nada al éxito de su campaña.
Pablo Casado no es un político maquiavélico y de ahí esa percepción, muy extendida entre los votantes de PSOE y Podemos, de que se trata de un político intransigente e incapaz de reconocer mérito alguno a Pedro Sánchez. Es una percepción injusta que confunde forma y fondo. Pero si la realidad es esa, ¿por qué no aprovecharse de ella como ha hecho sin ir más lejos Pedro Sánchez siempre que lo ha necesitado?
3. No hace falta ser un lince de la política para ser capaz de ver más allá del humo de la propaganda triunfalista y darse cuenta de que el acuerdo, pero sobre todo sus condiciones, suponen un duro golpe para las aspiraciones de Podemos.
El acuerdo, en este sentido, es bueno para los españoles por dos razones. Por el montante económico de las ayudas y porque sus condiciones reducen el peso y la influencia de los morados en el Gobierno.
Nada, además, ha dañado más al PSOE y su cómoda estrategia de alianzas variables que el acercamiento de Ciudadanos a Sánchez. Es ese acercamiento lo que está alejando paulatinamente a los nacionalistas del Gobierno y colocando en una posición cada vez más incómoda a Podemos. Un solo ejemplo de ello. ERC y Bildu se ‘bajaron’ ayer del pacto para la reconstrucción por los acuerdos del Gobierno con PP y Ciudadanos.
Si la experiencia ha demostrado que a Pedro Sánchez le resulta mucho más indigesto el apoyo de PP y Ciudadanos que su enfrentamiento con ellos, ¿por qué insistir en una vía muerta ya ocupada, además, por el tren mercancías de Vox?
4. El acuerdo obligará al Gobierno a aplicar políticas muy similares a las que aplicaría el PP caso de ser él el que ocupara la Moncloa en estos momentos. En algo tiene razón Casado. Este es un acuerdo parido por el centroderecha europeo. Por Merkel, Rutte, Macron, von de Leyen y Lagarde. Las negociaciones, además, enfrentaron a Sánchez con sus propios aliados socialistas en Europa.
¿No se da cuenta Casado de la enorme victoria que supone este acuerdo para el PP y para sus perspectivas electorales futuras como presidenciable? Casado no puede actuar en función de las reacciones de Twitter, irrelevantes a medio y largo plazo en el escenario político.
Si había un momento para que el líder del PP se mostrara ecuánime, casi magnánimo, y le concediera a su rival una victoria sabiendo que esta es pírrica y le perjudica a largo plazo desde un punto de vista estrictamente electoralista, ese momento era, precisamente, ayer.