SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO
Nadie le negaría ese derecho, salvo él mismo y su novia, que descalificaron a Luis de Guindos por comprar un ático algo más barato que su casoplón: «¿Entregarías la política económica del país a quien se gasta 600.000 en un ático de lujo?» «Hay políticos que se aíslan viviendo en chalés», él por su gusto no iría a vivir a La Moncloa cuando sea presidente del Gobierno, preferiría Vallecas. Y nadie se reía cuando decía cosas así.
Pablo Iglesias se ha embarcado en la precampaña con la denuncia de las cloacas, la prensa manejada por los poderosos, las mafias policiales, Villarejo y Eduardo Inda. A una colaboradora suya cuando era eurodiputado, Dina Bousselham, le robaron el móvil y saquearon la información que tenía dentro. El periodista Inda había publicado el viernes una versión más verosímil, sin hacer cábalas sobre la relación entre Dina y Pablo. Alguien, muy probablemente de Podemos, le robó el móvil o la tarjeta del mismo y lo entregó (o lo vendió) a Interviú, cuyo director era Alberto Pozas, hoy número dos en el organigrama de comunicación de Pedro Sánchez.
Por las razones que fueran, Interviú no lo publicó y Pozas entregó un pendrive a Villarejo, mientras el dueño de la revista, Antonio Asensio, le entrega el móvil o la tarjeta a Pablo Iglesias. Algunas de las informaciones del móvil de Bousselham se han extendido mucho. Por ejemplo, aquella comunicación de Iglesias con Monedero, otro portentoso feminista, en la que le decía su afán de azotar a la periodista Mariló Montero hasta que sangrase. Esto se publicó hasta la saciedad, sin que lo desmintiera el azotador vocacional.
Uno comprende que Iglesias y los suyos le tengan paquete a Inda. Se han querellado contra él por varias informaciones sin haber conseguido una sola sentencia condenatoria. El juez Gª Castellón ha tomado declaración a Iglesias como perjudicado, a su colaboradora desmovilizada y a Villarejo, que declaró conforme a lo que se cuenta más arriba. Nos enteraremos de todo, pero seguramente la prensa amiga que publica tal cual el argumentario de campaña de Pablo y su ‘Krupskaia’ debería llamar a La Moncloa y preguntar por Pozas. Quizá también el juez. ¿Y si después de todo este fuera el único caso en que Villarejo no robó la información? Las implicaciones serían muy otras. Recuerden a la concejal Olvido Hormigos y aquel vídeo dedicated to the one I love you. La cuestión relevante no era si el destinatario era su marido o el joven portero del equipo local. Lo grave es que sabiendo a quién se lo había enviado acusó de difundirlo al alcalde de Los Yébenes, como si fuera una conspiración política.