El PNV y el Gobierno de López están representando un juego florentino para aparentar ser más dialogante que el adversario. La ciudadanía vasca no aprecia los conflictos frontales entre partidos y prefiere ver entendimiento para evitar tener que tomar partido, premiando el talante de diálogo por encima de las afirmaciones de principios.
La capacidad del PNV de sacar el máximo partido a las coyunturas políticas para obtener ventajas mediante la negociación con otros partidos o gobiernos es un dato suficientemente acreditado a través de los años. La formación nacionalista ha sido siempre muy habilidosa a la hora de aprovechar las dificultades de los partidos del Gobierno central para obtener contrapartidas de largo alcance a cambio de apoyos ocasionales.
En la más reciente negociación, la del apoyo a los últimos presupuestos generales del Estado presentados por el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, el PNV ha rizado el rizo de la habilidad para el regate en corto pues con ella, además de sacar contrapartidas de alto calado, ha conseguido introducir una cuña entre el PSOE y el Partido Socialista de Euskadi. Los socialistas vascos todavía no se explican cómo sus correligionarios de Madrid aceptaron condicionar las transferencias de las políticas de empleo a las exigencias del PNV, desairando al Gobierno de Vitoria y al lehendakari.
Ahora, el PNV y el Gobierno de Patxi López están representando ante la opinión pública un juego florentino para aparentar ser más dialogante que el adversario. La ciudadanía vasca no aprecia los conflictos frontales entre partidos y prefiere ver entendimiento entre ellos para evitar tener que tomar partido. Por eso premia las manifestaciones del talante de diálogo por encima de las afirmaciones de principios que exigen pronunciamientos claros. Los partidos lo saben y por eso buscan transmitir voluntad de negociación, aunque sea para conseguir que sea el otro el que tenga que asumir el papel de malo.
El Ejecutivo vasco, que tiene una holgada mayoría parlamentaria gracias al apoyo del PP, no tiene necesidad aritmética de los votos del PNV para gobernar. Sin embargo tiene un gran interés político por alcanzar acuerdos con este partido para consolidar ante la opinión pública una imagen de apertura y transversalidad que el PNV le viene negando de manera sistemática.
Al PNV, en cambio, no le interesa que se consolide esa imagen del ejecutivo de Patxi López y no quiere contribuir a ella. Ese es el contexto en el que se está produciendo la escenificación de la formación nacionalista que se presenta en público dispuesta al pacto con el Gobierno de López, pero que aprovecha cualquier circunstancia -como el error de que se difundiera en prensa la invitación al diálogo antes de que llegara al destinatario- para poner dificultades y hacer aparecer a los socialistas ante los ciudadanos como responsables del fracaso de esos acuerdos.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 16/2/2010