Pactos de callejón

SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO

Me van a perdonar que me repita, pero como escribió Unamuno «arreglados estaríamos si el que acuñó lo de conócete a ti mismo no hubiera repetido nunca esa expresión». Se van a cumplir 10 años del pacto de los socialistas vascos con el PP que dio como fruto la salida de Juan Josué Ibarretxe de Ajuria Enea. El PNV había alcanzado 30 escaños; el PSE, 25, y el PP, 13. Quiero pensar que sólo el desnortamiento de Ibarretxe hizo posible que los populares dieran a Patxi López la Presidencia del Gobierno vasco sin otra contrapartida que la Presidencia del Parlamento para Arantza Quiroga.

No hubo negociación ni pacto, fue más bien un contrato de adhesión. Entonces pensé, y escribí, que las gentes de izquierdas iban a los pactos de gobierno como los puteros vergonzantes a lo suyo: a oscuras y por el callejón.

Llevaba Patxi dos años justos gobernando con los 13 escaños del PP cuando dijo en Barakaldo que «ni existe ni existirá un frente con el PP». Su compañero José Antonio Pastor dijo en el mismo mitin que el PNV y el PP se parecen como dos gotas de agua, pero sólo se atrevió a ofender a una de las dos: «Al PP, en cuanto abre la boca, se le ven las caries del franquismo».

Aquel Gobierno fue un error de sus dos firmantes. De Patxi López, por no entender que estaba obligado a pregonar y defender las virtudes del pacto entre los suyos. De Antonio Basagoiti, por no haber defendido la posición de su partido y haber entregado gratis las llaves de Ajuria Enea a un socio que no apeó su actitud despectiva hacia los populares. Los votantes de ambos partidos hicieron acuse de recibo y en las elecciones de 2012 el PSE perdió nueve escaños y el PP, tres. Eso fue todo.

Patxi López debería recordar esto ahora que todos sus compañeros claman por la elección del candidato más votado, es decir, Susana, pero igual está algo desmemoriado. La propia Susana debería recordar cómo en la misma Andalucía le madrugaron la Presidencia a Javier Arenas, que había sido el candidato más votado en 2012. Y a Mas en Cataluña en 2003 y 2006; a Alberto Fabra en el País Valenciano en 2015; a Cospedal en Castilla-La Mancha en 2015; a Fraga en Galicia en 2005; en Aragón en 2011 y 2015. Y en Cantabria, en 2007, 2011 y 2015, en beneficio de ‘Revilluca’. Hace 10 años y más, el PP era para el PSE lo que hoy es Vox para Ciudadanos.

A uno no le coge de nuevas el asquito de nuestras izquierdas o de la derechita ambivalente hacia esa nueva inflorescencia de la derecha que ha brotado en Andalucía, pero no se la puede tildar de ultraderechista o, peor aún, de anticonstitucional. Inconstitucionales son todos los socios del doctor Sánchez: los golpistas catalanes, los populistas de Iglesias, los neobatasunos de Arnaldo, y según en el día que se les pille, los nacionalistas vascos. Todos ellos conforman la peana que sostiene en La Moncloa a Pedro Sánchez y le ayuda a trepar al Falcon. Y Cs debería repasar la legislatura (breve) en la que López fue lehendakari para nunca más volver.

¿Y esto en nombre de qué: de la ética, de la lógica, de la política? De ninguna de las tres. Es puro pragmatismo como el del fraile que pregonaba «todo es bueno para el convento», mientras se echaba una puta al hombro.