EL CORREO 30/07/13
FLORENCIO DOMÍNGUEZ
El PSE y el PNV todavía no han cerrado los acuerdos fiscales, económicos e institucionales que negocian desde hace dos meses, pero tienen las conversaciones encarriladas y todo hace pensar que el próximo mes de septiembre serán un hecho. Las declaraciones de cualificados portavoces de los dos partidos reflejan confianza en que van a conseguir firmar los pactos, a pesar de que todavía existen posiciones distantes en algunas cuestiones relevantes. Tanto los socialistas como los jeltzales transmiten vibraciones positivas que permiten pensar que las negociaciones terminarán con un acuerdo.
Los pactos no están concluidos, pero los dos partidos tienen intereses suficientes en juego para que se pueda dar por hecho que harán el esfuerzo necesario para conseguirlos. El PNV obtendrá una garantía de estabilidad a la hora de gobernar que hasta ahora no ha tenido, una estabilidad que facilitará, sin duda, la aprobación de los presupuestos del próximo año, cosa que no pudo hacer con los del actual ejercicio. Los acuerdos con los socialistas no son un pacto de legislatura ni mucho menos uno de coalición. El PSE tiene muy claro que seguirá estando en la oposición y que su objetivo es controlar al Ejecutivo de Urkullu. Sin embargo, la lógica interna de esos pactos que se van a firmar obligará a los dos partidos a mantener el entendimiento en los próximos años para garantizar su desarrollo y su aplicación práctica. Iñigo Urkullu podrá afrontar el resto de la legislatura con un poco más de tranquilidad que los meses pasados.
El PSE, por su parte, logrará adquirir un importante papel en la definición de cuestiones fundamentales de la política vasca como, por ejemplo, la fiscalidad. La aportación socialista será determinante para impulsar cambios e introducir modificaciones en un área clave como es la de los impuestos. El partido de Patxi López recuperará un protagonismo político que había perdido al quedar fuera del Gobierno y de las diputaciones forales. Sin estar en las principales instituciones vascas tendrá una capacidad de decisión relevante, muy superior a la que correspondería a la tercera fuerza de la Cámara vasca que, además, está en oposición. Los pactos y su desarrollo le dotarán de una imagen de partido de gobierno, a pesar de que su poder real institucional se limita a unos pocos ayuntamientos.
Más allá del contenido concreto del entendimiento que alcancen el PNV y el PSE, los acuerdos servirán para vertebrar un eje político desde el que afrontar los principales problemas del País Vasco, un eje que tendrá que escenificarse en las instituciones, en el Parlamento y en las Juntas Generales, para que los acuerdos sobre fiscalidad pasen del papel a la realidad. Tendrán que buscar un tercer socio para poder extender los compromisos a todo el País Vasco, pero ni el PNV ni el PSE consideran que vaya a ser misión imposible. Al contrario, están convencidos de que podrán conseguir el apoyo que les falta.