JON JUARISTI-ABC

¡El régimen del 78 ha muerto, viva el Antiguo Régimen!

EL jueves, tras conocerse el apoyo del PNV a la moción de censura, Arcadi Espada escribió que esta había tenido la virtud de juntar por fin a lo peor de España. Discrepo, Arcadi: está todo lo peor, es cierto. Pero, además, el PNV. O sea, la raza superior. Los proto-arios del inefable Arzallus.

¿Cómo que raza superior? ¿Acaso tiene Aitor Esteban un solo apellido vasco?, dicen los eternos pánfilos, los irredimibles mendrugos, orgullosos de la abuelita Potrozorri que nunca falta en las mejores familias españolas, los que le ríen las gracias a las abyectas pelis de Emilio Martínez-Lázaro. ¿Cuándo se enterarán de que el nacionalismo vasco no va de apellidos? Va, como mucho, de nombres. Para eso tradujo Sabino Arana todo el santoral a un neovasco de su invención. Para que, por ejemplo, alguien que se apellide Portela Valladares se vasquice automáticamente haciéndose llamar Eskarne (o pescado), ingresando así en la raza superior. A mí me bautizaron con un nombre aranista, aunque en mi caso no hiciera falta. Y no me lo cambio porque me encanta la transgresión.

Pero el nombre de Aitor no lo inventó Arana. Es el nombre de un supuesto patriarca de los vascos, un mito carlista que se sacaron de la manga un ministro de Carlos María Isidro de Borbón y un agente francés a sueldo del mismo. El nombre lo popularizó el jefe político del Partido Carlista en una novela folletinesca, después de la Tercera Guerra Civil. Como he demostrado en otro lugar, Aitor fue en su origen la forma vasca de referirse a Fernando VII, el Deseado. Ahora suena ya un poco hortera, supongo que por el uso, pero queda muy bien en futbolistas del Athlétic.

Pues bien, Aitor Esteban, enésimo avatar de Aitor, patriarca de los vascos, compareció el jueves ante Pedro Sánchez, para tocar las narices a la raza inferior («¡Vaya con la nación española!») y anunciar que su grupo apoyaría la moción de censura, porque así contribuiría a alumbrar «un gobierno débil». Que es lo que conviene allí en Pintxolandia a la raza superior, nada dispuesta a mezclarse en el gobierno de la degenerada España. Lo del improperio inicial contra la nación española y la afición en general estuvo vasquísimo, como de costumbre, pero lo regio fue el final de la intervención de Aitor, dirigiéndose al candidato como cuando Fernando VII apostrofaba a su limpiabotas: «No abuse de la prerrogativa y privilegio que le estamos dando». Y frote con más garbo, le faltó añadir. ¡El régimen del 78 ha muerto, viva el Antiguo Régimen!

¿Y el candidato? Pues, como siempre, a tragar lo que haga falta ante el amito blanco, el Don apaciguado, la raza superior. Tu es Petrus, pero de ahora en adelante te llamarás Petra. Es decir, Petra Criada Para Todo, como aquel inolvidable personaje de tebeo creado por José Escobar. Cómo no, mi amo, señá doña Patro, Padrino mío. El PNV será nuestro socio preferente. Qué digo nuestro socio… ¡nuestro Partido Guía!: porque es admirable lo bien que ha mandado en Euskadi el nacionalismo vasco a pesar de la intensa fragmentación parlamentaria. Bueno, sí, Petra, pero reconocerás que atenuándola mediante una reducción artificial de la biodiversidad del medio ambiente, sobre todo de la humana, a cargo de especialistas abertzales en la materia. ¿Recuerdas los nombres de Enrique Casas, de Fernando Múgica Herzog, de Fernando Buesa, de Joseba Pagazaurtundua, de Isaías Carrasco y de otros cuantos de tu partido? El patriarca Aitor te acaba de hacer presidente del Gobierno títere y comprendemos que le estés muy agradecido, vale, pero no te pases de funerario amnésico, Buonasera.