PAISAJE DESPUÉS DEL «HIPOTECAZO»

ABC-IGNACIO CAMACHO

El gran perdedor de esta crisis es el Supremo. Lesmes deja como legado un severo daño reputacional y un cisma interno

EL Gobierno.- A Sánchez se le ha aparecido el genio de la lámpara sin tener que frotarla. La sentencia le ha concedido tres deseos. 1. No tocar el déficit, que hubiese aumentado en medio punto de haber tenido el Estado que devolver (a través de las haciendas autonómicas) el dinero en litigio. 2. Le devuelve la iniciativa política a través de un asunto hipersensible que es, desde el comienzo de la crisis, la gasolina del populismo. Ayer se le pasó de golpe su alergia comunicativa e improvisó una rueda de prensa para explotar la oportunidad, sin conocer siquiera la letra del pronunciamiento judicial. Y 3. Le permite aparecer como el salvador de los hipotecados, el que va a obligar por decreto a los bancos a pagar un impuesto que creó su propio partido en los años 90. Veremos si sabe y si puede; no sería el primer proyecto que se le enreda.

La banca.- No es capaz de disimular su alivio, aunque intenta no parecer demasiado satisfecha. Lo único que le importaba era la retroactividad, un golpe para sus balances y provisiones que ha logrado evitar. Si le toca hacerse cargo del tributo en el futuro, lo repercutirá a los clientes en la estructura de costes hipotecarios, en las condiciones del préstamo, en los intereses o en los plazos. Y antes litigará todo lo que pueda para evitarlo. Queda abierta la vía de las reclamaciones civiles, y la posibilidad de que se eleve una cuestión prejudicial al Tribunal de Luxemburgo. Pero de momento ha esquivado la cornada.

El Supremo.- Es el gran perdedor, y con él la reputación global de la Justicia española, que ha sufrido un daño irreparable en un momento de extrema delicadeza. La forma desastrosa en que ha manejado el problema culminó con una división enconada del plenario que debía haberse evitado a toda costa. Han quedado en evidencia diferencias ideológicas –y hasta personales– insalvables en el seno de la alta magistratura. Ese cisma, más que la alarma de inseguridad jurídica o que la sospecha popular de permeabilidad a los intereses de los bancos, es el verdadero legado de Lesmes, que no ha podido tener peor final de mandato, y que ni siquiera ha logrado componer en última instancia un consenso amplio

Usted.- Sí, usted, el ciudadano, el contribuyente, el consumidor, sale, aunque ya lo fuese antes, como el otro gran perjudicado. No tiene nada que celebrar; si no paga el impuesto directamente lo hará en la factura de las hipotecas a partir de ahora. Y aunque no pida ninguna no es improbable –ya ha anunciado algo Susana Díaz– que los gobiernos autonómicos, en vísperas electorales, destinen partidas del presupuesto público para compensar a los reclamantes perjudicados. Porque lo que de ninguna manera van a hacer es suprimir ni bonificar un injustificado y accesorio impuesto –¡¡a una mera inscripción documental!!– que en varios países europeos no existe y que en la mayoría es mucho más bajo.