La apelación a la «ausencia de violencia y de injerencias» sirve lo mismo para un roto que para un descosido; no puede ser interpretada como un signo inequívoco de distanciamiento de ETA. La banda no tiene inconveniente en utilizar los mismos conceptos sin considerarlos contradictorios con la defensa del uso de las armas.
Nos encontramos ante un proceso que se deberá desarrollar sin violencia ni injerencias». ¿A quién corresponde la frase anterior? ¿A la secretaria general de LAB iniciando en Pamplona este fin de semana un proceso de desmarque de la violencia? No. La frase es de la propia ETA y está recogida en la ponencia ‘Mugarri’, la misma en la que se hace una defensa de la actividad terrorista. La idea aparece también en el documento ‘Zutik Euskal Herria’ de Batasuna y fue presentada como la expresión de un cambio radical en la izquierda abertzale.
La apelación a la ausencia de «violencia y de injerencias» sirve lo mismo para un roto que para un descosido, por lo no puede ser interpretada como un signo inequívoco de distanciamiento de ETA y menos aún cuando la banda terrorista no tiene inconveniente en utilizar los mismos conceptos sin considerarlos contradictorios con la defensa del uso de las armas. No hay desmarque cuando quien practica la violencia y quien dice que quiere superar esa situación se expresan con los mismos términos prácticamente de forma literal.
La izquierda abertzale, si de verdad quiere tener credibilidad, tendrá que demostrar con palabras claras su desmarque de ETA y, además, acompañarlas de hechos que estén en coherencia. Hace veinte días un afiliado de LAB fue encarcelado en Francia por ayudar, presuntamente, a los jefes de ETA. El sindicato no reciminó a su militante que estuviera, al parecer, colaborando con la continuidad del terrorismo, ni adoptó medidas disciplinarias contra él para que quedara claro que sus actividades no contaban con el respaldo de la organización. Lo único que hizo LAB fue protestar por las detenciones llevadas a cabo por la Policía francesa, lo que más parece una actitud de arropamiento a los que siguen con las armas que de crítica. Los hechos no se ajustan a las buenas intenciones atribuidas a los dirigentes del sindicato.
Si Batasuna quiere pedirle a ETA que deje las armas puede hacerlo utilizando un lenguaje directo e inequívoco. No debe ser tan difícil y así no tendrá que recurrir a circunloquios diciendo que espera que la banda responda a la petición de los firmantes de la ‘declaración de Bruselas’. Las indirectas al estilo de Gila (alguien ha pedido una tregua a alguien) no sirven para confiar en la buena voluntad del entorno político de ETA que tiene sobre sí la carga de la prueba de su renuncia a la violencia.
Además, debe ser una renuncia sin contrapartidas políticas, sin esperar a obtener algo a cambio de dejar de matar.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 8/6/2010