ABC 19/04/16
EDURNE URIARTE
· Aguanté hasta que habló la hija de Fernando Buesa y preguntó a Otegi si no sintió nada por el asesinato de su padre
UN amigo peruano, el economista Daniel Córdova, colgaba este domingo en su muro de Facebook un vídeo fantástico bajo el título «¿En qué momento se jodió el Perú?». Pero no para lo que ustedes han podido imaginar, la habitual arremetida contra la clase política y sus responsabilidades. No, la famosa pregunta del personaje de Mario Vargas Llosa se utilizaba en un sentido completamente diferente, para atreverse a lo que nadie o casi nadie hace. Preguntarse por las responsabilidades de la sociedad civil, de cada peruano, en los problemas del Perú y plantear lo que cada peruano puede hacer para mejorar su país.
Le di un Megusta entusiasta y pensé en España y en las crecientes posibilidades de que tengamos que aplicar en cualquier momento la pregunta a nuestro país, «¿En qué momento se jodió España?». Si seguimos con este nivel de sectarismo político por parte de algunos, Pedro Sánchez contra la derecha, y con este nivel de demagogia y de irresponsabilidad ética por una parte de la sociedad civil. Y lo pensé el mismo día, el domingo, en que la cadena que ha perseguido con saña al exministro Soria por su vinculación con paraísos fiscales, La Sexta, emitía una cariñosa entrevista del inefable Jordi Évole a Arnaldo Otegi, condenado por secuestro y pertenencia a ETA.
Los mismos que llevaban una semana denunciando al Gobierno y exigiendo la dimisión ejemplar de José Manuel Soria por el terrible crimen de participar en empresas –legales si no se demuestra lo contrario– en paraísos fiscales hace veinte años ofrecían gustosos su horario de máxima audiencia para el blanqueamiento de un tipo que sigue reivindicando a ETA. Que justo unas horas antes se había manifestado junto a algunos de los más sanguinarios asesinos de la banda para exigir la excarcelación de los demás asesinos, no por cumplimiento de sus penas, sino por justificación de su historial criminal.
Hice un esfuerzo máximo para ponerme delante de la televisión, recodando pasados y vomitivos programas de masaje de Évole a lo que él llama «izquierda abertzale» con la conocida estrategia de las dos partes, ustedes no se han portado muy bien, pero, claro, aquí había un conflicto, y yo, Évole, periodista ejemplar, soy capaz de equiparar objetivamente a ambos, a los asesinos y quienes los apoyan y a sus víctimas y quienes se resisten, la otra parte del conflicto. Unos minutos antes, un amigo al que ETA exigió más de 200.000 euros de lo que Évole llamaría «impuesto revolucionario» me recordó las instrucciones etarras de la carta para pagar: «Póngase en contacto con los círculos habituales de la izquierda abertzale», esa que Évole diferencia de ETA. También me recordó mi amigo el final de la carta: «Si no paga, será usted acreedor de las acciones que Euskadi Ta Askatasuna emprenderá contra usted y sus bienes». Añadió con humor negro mi amigo que Évole tendría que preguntar a Otegi si en la «izquierda abertzale» admitían dinero en B, por si la tele de Évole tuviera que montar esta semana un campañón contra los que hayan defraudado a Hacienda, extorsionados e «izquierda abertzale». Para ser coherentes con la persecución a Soria, comentaba mi amigo.
Aguanté la entrevista hasta que habló la hija de Fernando Buesa y preguntó a Otegi si no sintió nada por el asesinato de su padre. Sí en lo personal, contestó, que era lo que ETA decía siempre de cada asesinato. Lo diferenciaba de las razones políticas, las mismas por las que siguen justificando los crímenes etarras. Bajo la dulce mirada de Évole, en la tele que se indigna con Soria.