Pamplona: los idiomas no se pueden imponer por la fuerza

EL MUNDO – 23/02/16 – EDITORIAL

· El ayuntamiento de Pamplona, gobernado por una coalición encabezada por Bildu, aprobó ayer una iniciativa para imponer el euskera a la fuerza en las escuelas municipales. En concreto, la medida consiste en expulsar a los alumnos de dos centros infantiles con enseñanza en español, que a partir del curso que viene educarán a los niños en euskera.

A los padres no se les da más opción que aceptar el cambio de modelo o pedir el traslado de escuela sin ninguna explicación, pese a que ambos centros están llenos y tienen una importante demanda que no pueden cubrir.

El propio lenguaje traiciona a la corporación municipal cuando dice que la dirección de las escuelas infantiles «analizará minuciosamente cada caso con el compromiso de reubicar a todas las familias de forma preferente en los centros que elijan». O sea que los pamploneses ya no pueden decidir dónde estudian sus hijos, que van a ser «reubicados» en la medida que la autoridad determine arbitrariamente. Unas palabras que revelan la mentalidad autoritaria de los ediles municipales.

La corporación gobernada por Joseba Asirón, un histórico dirigente de la izquierda abertzale, pretende que el curso que viene la proporción de plazas en euskera ascienda al 40%, una cifra totalmente irreal en relación a la demanda, que es de más de dos a uno en favor del castellano. Pero además de ello, Bildu ha paralizado el programa de aprendizaje en inglés y ha decidido que la oferta pública de empleo en los colegios reserve el 75% a los profesores que saben euskera.

Pese a que solamente logró cinco concejales de un total de 27 que conforman la corporación, Bildu lleva gobernando en Pamplona desde junio pasado gracias a una heterogénea coalición en la que figuran Geroa Bai, Podemos e IU, que se unieron para evitar que UPN, la formación más votada, siguiera al frente del gobierno municipal.

Bildu apoyó a Uxue Barcos para que encabezara el Ejecutivo autonómico y en contrapartida Geroa Bai, coalición controlada por el PNV, hizo lo mismo con Bildu en el Ayuntamiento de Pamplona. En estos ocho meses, Asirón y Barcos han impulsado una política de imposición del euskera, pese a que la comunidad vascohablante es una minoría en Navarra, donde hay zonas en las que sólo se habla castellano.

La estrategia que inspira a Bildu es no tanto el modelo que está vigente en Euskadi, donde todavía se respeta a quien quiere estudiar en español, sino el catalán, lo que conlleva a largo plazo la imposición del euskera como lengua única vehicular y la enseñanza del español como materia marginal.

Naturalmente no se trata sólo de erradicar progresivamente el idioma común sino además de utilizar la educación como un vehículo de difusión del nacionalismo, lo que ya se está haciendo en muchas escuelas navarras donde se ignora la historia y la cultura españolas.

Asirón, como ya lo intentara Bildu sin éxito en la ciudad de San Sebastián, quiere realizar un experimento de ingeniería social, por el que una minoría en el poder pretende imponer a toda la colectividad una ideología que pasa por convertir una ciudad en la que han convivido durante siglos lo español y lo vasco en una sociedad uniforme.

Si Hemingway levantara la cabeza, no podría entender hoy el sesgo de unos gobernantes que, si no hay una reacción social y un duro castigo electoral, van a transformar Pamplona en una ciudad aburrida, mediocre, sin personalidad y sin la pluralidad que siempre ha caracterizado a la cultura navarra.

Habría que recordar a Asirón y los concejales que le apoyan que los idiomas no se pueden imponer por la fuerza y que los padres tienen derecho a elegir la lengua vehicular que quieran. Pero Bildu desconoce este principio elemental porque es un partido que nunca ha sido democrático y aspira a imponer sus ideas mediante la conquista del poder.

En el trasfondo de su política, late el deseo de convertir a Navarra en un apéndice de Euskadi, algo que es factible desde el punto de vista legal porque esa posibilidad queda abierta en la disposición transitoria cuarta de la Constitución.

Bildu ha creado un precedente muy peligrosos en Pamplona con esta iniciativa que vulnera los derechos de los padres, la sensibilidad de la mayoría de los ciudadanos y el sentido común. El Gobierno de Rajoy debería estudiar si hay recursos legales para revocar esta decisión del Ayuntamiento de Pamplona, que nos parece un error que agudizará la división en la sociedad navarra.

EL MUNDO – 23/02/16 – EDITORIAL