TONIA ETXARRI-EL CORREO

Con todos los grupos parlamentarios, menos uno, en contra del Gobierno, Pedro Sánchez pasó de rondón por la sesión de control del Congreso. Sin aclarar las causas de su cambio de criterio sobre el Sáhara y sin concretar qué medidas va a adoptar para frenar la subida de los precios energéticos. El presidente del gobierno se fue ‘de rositas’ del pleno porque se pasó por la coronilla la soberanía parlamentaria. Sin contestar a nada de lo que se le requería. De eso se trataba, pero no salió bien parado. Porque su viraje inexplicado sobre la soberanía de Marruecos en el Sáhara y su tardanza en presentar su plan sobre la economía de guerra a la que nos estamos viendo abocados consiguió exasperar a sus señorías. Incluso a Rufián, que empieza a darse cuenta, en tiempo de mudanza, de que la cruzada de Sánchez contra la derecha no moviliza ya ni a una mosca frente a un panal de miel. La retórica antifascista ya no cuela. Tendrán que inventarse algo diferente en Moncloa, estará pensando Iván Redondo desde su atalaya.

El caso es que Sánchez, amarrado a las resoluciones de la ONU que dice haber cumplido a rajatabla en su giro y lo repite todas las veces que haga falta, a ver si quienes le niegan la mayor se cansan de sostener lo contrario, dejó a José Manuel Albares de capea en el Parlamento. Mucho toro para el ministro. Y se fue a Ceuta y Melilla en donde los dos presidentes autonómicos, sin reparar en las causas del cambio, se contentan con las consecuencias de que Mohamed VI deje de enviarles avalancha de emigrantes como ocurrió este verano. Pero en su gira de ayer, el presidente tampoco aclaró las cosas. ¿Tenemos garantías de que Ceuta y Melilla no van a ser agredidas por el Rey de Marruecos, que las considera parte de su territorio según aparece en el mapa de la embajada del reino alauita? O, por decirlo en lenguaje de Twitter: ¿Marruecos renunciará a territorios que no son suyos gracias a que Sánchez le entrega tierras que tampoco son suyas? Pues no está aclarado. Su respuesta comodín es que «a España le interesa llevarse bien con Marruecos». Claro. De hecho los gobiernos anteriores ya se llevaban bien con el reino alauita desde hacía muchos años sin necesidad de haber dejado a los saharauis colgados de su referéndum. Pero después de la torpe acogida clandestina del líder del Frente Polisario en España, se entiende que Sánchez quiera enmendar su error de bulto. Pero así no se hace la política de Estado. ¿Cómo ha podido actuar con opacidad y alevosía, marcándose un Trump al reconocer el plan unilateral de Marruecos con la autonomía del Sáhara, sin consultarlo con nadie?

La oposición entra en bucle. Sin tiempo para asimilar una situación que dibuja un panorama desolador. Pendientes también de la Cumbre de Europa. Hoy se dará otra vuelta de tuerca a las medidas de contención de los precios energéticos. Alemania, Francia, Portugal, Italia y Reino Unido ya han anunciado rebajas impositivas de urgencia. Aquí, todavía no. Sin reaccionar.